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De Leonardo de Vinci — 29

ondas en las peñas. Ultimamente la luz del aire se representará oscura y espantosa con las espesas nubes de la tempestad, y las que forma el polvo que levanta el viento.


§ LXVII.

Para pintar una batalla.

Ante todas cosas se representará el aire mezclado con el humo de la artillería, y el polvo que levanta la agitación de los caballos de los combatientes; y esta mezcla se hará de esta manera. El polvo, como es materia térrea y pesada, aunque por ser tan sutil se levanta fácilmente y se mezcla con el aire, vuelve inmediatamente á su centro, quedando solo en la atmósfera la parte mas leve y ligera. Esto supuesto se hará de modo que apenas se distinga casi del color del aire. El humo mezclado entre el aire y el polvo, elevado á una altura mayor, toma la semejanza de espesas nubes, y entonces se dejará distinguir del polvo, tomando aquel un color que participe del azul, y quedando este con el suyo propio. Por la parte de la luz se hará la referida mixtión de aire, polvo y humo iluminada. Los combatientes cuanto mas internados estén en la confusión, tanto menos se distinguirán, y menos diferencia habrá entre sus luces y sombras. Hácia el puesto de la fusilería ó arcabuceros se pintarán con color encendido los rostros, las personas, el aire y aquellas cosas que estén próximas, el cual se irá apagando conforme se vayan separando los objetos de la causa. Las figuras que queden entre el Pintor y la luz, como no estén lejanas, se harán oscuras en campo claro, y las piernas cuanto mas se aproximen á la tierra, menos se distinguirán; porque por alli es sumamente espeso el polvo. Si se hacen algunos caballos corriendo fuera del cuerpo de la batalla, se tendrá cuidado en hacer las nubecillas de polvo que levantan, separadas una de