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254 — Tratado de la Pintura

mas porque no saben el método de aprender, que porque les incomode la fatiga del estudio. Por esta razón es preciso explicar el modo y el método que se ha de observar para llegar á ser profesor excelente.

Principiemos, pues, asi: todos los grados de la enseñanza los debe sacar de la naturaleza misma; y la regla de la perfección se ha de conseguir á fuerza de diligencia, de estudio y de práctica. Yo quisiera que los principiantes de Pintura hicieran lo que hacen los Maestros de escribir, los cuales enseñan primero á formar las letras separadas, luego á juntar las sílabas, y últimamente las palabras. Lo mismo se debe observar en la Pintura; lo primero se ha de enseñar á hacer el contorno de las superficies, que son como el alfabeto de la Pintura, después se enseñará á unir estas superficies, y luego la forma de todos los miembros de la figura con distinción y separadamente, tomando de memoria todas las diferencias que puede haber en ellos, que son muchas y muy notables. Hay muchas personas que tienen la nariz encorvada, otras chata, torcida ó ancha; algunas tienen los labios tan prominentes, que parece que se les cae la boca; y otras, cuyos labios son tan sutiles, que las agracia infinito: y en fin todos los miembros tienen un cierto punto de propiedad y proporción, que á nada que se altere causará extraña variación en él. Los miembros de un niño son redondos, de modo que parece están hechos á torno, según lo lustrosos que son, y luego que llegan á adultos ya se vuelven ásperos, y se varían. Todo esto lo aprenderá el Pintor aplicado en la naturaleza misma, y examinará por sí propio con reflexión las formas particulares de cada cosa, considerándolas, y mirándolas con la mayor atención y cuidado. Considerará la actitud que guarda el que está sentado, y cómo doblan las piernas en ella, y caen sin