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236 — Tratado de la Pintura

en dar á cada cosa su oficio, su especie y su dignidad!

Ahora se sigue la composición de las figuras, en la cual consiste toda la ciencia y alabanza del Pintor. De esto se ha dicho ya algo en varios lugares mas abajo, hablando de la composición de los miembros, pues es evidente que todas las figuras de una historia han de tener conexión entre sí en cuanto al oficio y tamaño. Porque si en un banquete se pintara una porción de Centauros en la mayor agitación y desorden, seria una locura poner en medio de tan horrible bulla á alguna figura durmiendo con los vapores del vino. También seria gran defecto que en una misma distancia hubiese figuras bajas y otras altas, ó que un perro tuviese el mismo cuerpo que un caballo. Muy digno de vituperio es lo que yo veo no pocas veces, pintar un edificio, y las figuras que están dentro parece se hallan encerradas por fuerza en un calabozo por la estrechez en que están, que apenas caben sentadas. Todas las figuras deben tener suficiente espacio para el oficio á que se destinan y según su tamaño; y para que un cuadro historiado sea digno de alabanza y de la admiración de cuantos le miren, es menester que tenga tal gracia y belleza, que complazca y deleite los ojos y el ánimo de los inteligentes, y de los que no lo entienden.

Lo primero que en un cuadro llama la atención es la abundancia y variedad de objetos; pues asi como en los manjares y en la Música agrada la novedad, asi también se recrea y alegra el ánimo con la multitud y variedad de las cosas que ve: y asi en la Pintura lo mas agradable que hay es la diversidad de figuras y de colores. Será abundante y agradable una historia cuando en ella se vean mezclados en sus lugares á propósito ancianos, jóvenes, matronas, doncellas, niños, animales domésticos, como perrillos,