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de Leon Bautista Alberti — 231

un círculo: luego divido los lados de aquel en tantas partes iguales, como divisiones tiene la línea del rectángulo que se hizo en el cuadro; y tirando rectas desde todos los puntos de la línea dicha á los otros, queda todo aquel espacio dividido en cuadrados pequeños. Después formo un círculo con el diámetro que me parece, de modo que corte mútuamente las paralelas, y noto los puntos de las intersecciones, que después paso á los respectivos lugares de las paralelas del pavimento puesto en perspectiva. Pero como seria indecible trabajo cortar todo el círculo con paralelas muy espesas, hasta tanto que por medio de una infinita serie de puntos se tirase la línea de su circunferencia; por esto, lo que hago es señalar ocho ó mas intersecciones, y después tiro á pulso la circunferencia por los puntos señalados. Mas fácil seria hacer este contorno en la sombra, con tal que el cuerpo que la causase tuviese la luz arreglada, y estuviese en el lugar que debia.

Habiéndose hablado ya del dibujo de las superficies angulares y circulares con el auxilio de las paralelas, cuando son de tamaño grande, hablaremos ahora de la composición. Esta es aquella regla con la cual se unen y coordinan entre sí las partes que componen una obra pictórica. La mayor obra de un Pintor no es hacer una figura colosal, sino un cuadro de historia; pues para esto se requiere mucho mas ingenio que para lo otro. Las partes de la historia son las figuras, las partes de estas son los miembros, y las de estos son las superficies; porque de estas se hacen los miembros, de los miembros las figuras, y de las figuras una historia que constituye la última y mas excelente obra de un Pintor. De la unión y compostura de las superficies nace aquella gallardía y aquella gracia que llaman belleza; porque si un rostro tiene unas superficies grandes y otras