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de Leon Bautista Alberti — 219

esto mismo dicho por mí, aunque con la posible brevedad, tal vez no podrá leerse sin molestia. Pero con todo espero disimulen el poco aliño que he puesto en mis frases por darme á entender con mas claridad, advirtiendo que en adelante tal vez será mas gustosa la lectura.

Hemos tratado ya, pues, de los triángulos, de la pirámide, de la sección, y de todo lo demás que ha parecido del caso, de todo lo cual solia yo hablar con mis amigos mas difusamente con reglas geométricas, haciendo en su presencia la demostración de todo, la cual no he querido poner aqui por evitar toda prolijidad, y asi solo me he ceñido á exponer meramente los primeros principios de la Pintura; y los llamo primeros, porque son los principales fundamentos del arte para los Pintores que no lo saben. Pero son tales, que el que se haga cargo bien de ellos conocerá el mucho provecho que puede sacar para ilustrar el entendimicnto y para entender bien la definición de la Pintura y todo lo demás que se ha de tratar en los dos libros siguientes. Nadie piense que puede alguno llegar á ser buen Pintor sin saber y conocer á fondo con toda inteligencia el efecto que busca en sus obras; pues en vano se tira el arco si no se ha prefijado antes el blanco adonde se quiere encaminar la flecha. Yo quisiera que todos se persuadiesen que solo podrá ser diestro Pintor aquel que haya aprendido primero á colocar bien los dintornos y todas las cualidades de las superficies; y al contrario, yo aseguro que el que no sepa con toda exactitud y conocimiento todo lo que hemos dicho, jamas podrá llegar al grado de perfección que se requiere; pues todo lo que se ha explicado de la superficie y la sección es absolutamente necesario. Ahora falta instruir al Pintor en el método que ha de observar para imitar con la mano los objetos que tiene ya concebidos en el pensamiento.