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de Leon Bautista Alberti — 205

este se halla impregnado de partículas gruesas, sucede muchas veces que al pasar, los abate el mismo peso del aire; por lo cual cuanto mayor es la distancia, parece la superficie mas oscura y confusa.

Vamos ahora al rayo céntrico. Llamamos asi á aquel que solo hiere en la cuantidad, de manera que forma por todas partes ángulos iguales. Este rayo es seguramente el mas activo y eficaz de todos, y es innegable que ninguna cuantidad parecerá mayor á la vista, que cuando se halle en ella el rayo céntrico. Muchas cosas se pudieran contar de la fuerza que tiene este rayo; pero baste decir solo que todos los otros le fomentan á este, y le tienen en medio como para favorecerle de común acuerdo, de suerte que con razón se le puede llamar el principal de los rayos. Lo demas se omite, porque parece que es mas propio para ostentar ingenio, que para el asunto que hemos emprendido. En otras partes se dirá todavia mas acerca de los rayos.

Los rayos intermedios del octágono se pueden considerar como una pirámide de ocho lados dentro de otra de cuatro.

Baste, pues, de la explicación de aquellas cosas, conforme lo exige la brevedad de un comentario, de las que nadie duda que suceden asi; y me parece que se ha demostrado suficientemente que en mudándose el intervalo ó la posición del rayo céntrico, inmediatamente se altera la superficie, representándose ó menor ó mayor, ó diversificada en cuanto al orden de sus líneas ó ángulos. Por lo cual es evidente que la distancia y el rayo céntrico contribuyen mucho á la exactitud de la vista.

Hay también otra razón por la cual parece á la vista la superficie deforme y variada; esta es el golpe de luz que recibe. Esto se puede advertir en la superficie esférica y