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200 — Tratado de la Pintura

superficie, la cual (digámoslo asi) es como una piel extendida sobre la cara de la superficie. Esta se divide en tres, plana ó uniforme, esférica ó abultada, cóncava ó ahondada. A estas se añade la otra superficie que se compone de las dichas, de la cual trataremos luego; pero ahora hablaremos de las primeras.

Superficie plana es aquella, sobre la cual si se pone una regla, tocará igualmente en todas sus partes; como la superficie del agua que esté muy limpia y tranquila. La superficie esférica imita al dintorno de una esfera, y esta es un cuerpo redondo que puede dar vueltas por cualquier lado, y en su centro hay un punto del cual distan igualmente todas las partes de la esfera. Superficie cóncava es aquella que interiormente está como el revés de la esfera; como la superficie de un huevo mirado por adentro. Superficie compuesta es la que tiene una parte plana, y la otra cóncava ó redonda, como la superficie de una caña, ó la superficie exterior de una columna ó pirámide cónica.

A B C ángulo recto. D E F obtuso. F E G agudo. H superficie plana. M esférica. N cóncava. O compuesta. Lámina I.

Aquí se ve cómo las cualidades que se hallan, ó en el circuito ó en la cara de la superficie, la han dado diversos nombres. Las otras cualidades que sin alterar la superficie varían su figura, son también dos; pues mudando la luz ó el sitio en que está, parece diferente la superficie á quien la mira. Hablaremos primero del sitio, y luego de la luz; porque á la verdad es preciso considerar de qué modo se mudan al parecer las cualidades de una superficie, solo porque se mueve de un sitio á otro. Todo esto concierne á la fuerza y virtud de los ojos; porque es forzoso que los dintornos se representen á la vista, ó mayores ó menores,