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Manucio, tenido entonces por el modelo de la latinidad mas pura, la hizo inmediatamente imprimir en Luca año 1588 (A), dedicándosela á Ascanio Persio, sugeto de mucha erudición, como obra de un escritor antiguo: Lepidam Lepidi antiqui comici, quisquis ille sit, fabulam ad te mitto, eruditissime Persi, quae cum ad manus meas pervenerit, perire nolui; &c antiquitatis rationem habendam esse duxi. Multa sunt in ea observatione digna, quae tibi, totius vetustatis solertissimo indagatori, non displicebunt, mihi certe cum placuerint &c. El mismo Alberti se declaró en el prólogo que compuso á esta fábula á los veinte años de su edad; non quidem cupio, non peto in laudem trahi, quod hac vigessima annorum meorum aetate hanc ineptius: scripserim fabulam: verum expecto inde haberi apud vos hoc persuasionnis non vacuum me scilicet, non exundique incure meos obivisse annos. Con esta experiencia que hizo de sus fuerzas Alberti á esta edad, no hubo luego ciencia que no adquiriese con su aplicación, de modo que no pasaba dia en que no leyese ó compusiese alguna cosa útil, como él mismo lo asegura; y era su entendimiento tan dócil, que parecía nacido para cualquiera arte ó ciencia. No es posible discernir si fue mejor Poeta que Orador, si escribió mejor el Latin que el Toscano, si fue mas hábil en las ciencias prácticas que en las especulativas, ó si hablaba con mas energía de las cosas sublimes, ó con mas gracia y atractivo de las regulares.

Dice la Historia que Lorenzo de Médicis, verdadero Mecenas de su siglo, quiso en una ocasión, para pasar con comodidad la rigurosa estación del estío, juntar en la selva de Camáldoli una Academia de los sugetos mas