§ CXXXI.
Cuanto mas tersa y lustrosa sea una superficie, tanto menos mostrará su verdadero color. Esto se ve claramente en las yerbecillas de los prados y en las hojas de los árboles, las cuales en siendo de una superficie unida y lustrosa, brillan y lucen con los rayos del sol ó con la claridad del aire, y en aquella parte pierden su natural color.
§ CXXXII.
Todo cuerpo que tenga la superficie poco tersa mostrará mas claramente su verdadero color. Esto se ve en los lienzos y en las hojas de los árboles que tienen cierla pelusa, la cual impide que se origine en ellas algun reflejo; y no pudiendo reflectir los rayos de la luz, solo dejan ver su verdadero y natural color; pero esto no se entiende cuando se interpone un cuerpo de color diverso que las ilumine, como el color rojo del sol al ponerse, que tiñe de encarnado á las nubes que embiste.
§ CXXXIII.
Nunca tendrán semejanza la viveza, color y claridad de un pais pintado con los naturales que están iluminados del sol, á menos que se miren estos paises artificiales á la misma luz.