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Capítulo XII

El cantor sin nombre y el pirirí


Tres son los pájaros canores que se distinguen entre los que alegran nuestros ríos y nuestros campos, y que en la jaula han acreditado ya su fama musical: la calandria, el cardenal y el jilguero. Pero hay otro músico inominado, una especie de mirlo negro, que por su modestia y su retiro es menos conocido y afamado que los otros, porque se oculta entre el ramaje en las horas calladas de la siesta, para ensayar con su voz remisa las suaves melodías que modula su garganta.

¡Cuántas veces en el silencio de un retiro campestre, sus dulcísimas canciones semejante a los melancólicos acentos de una arpa eólica, no habrán conmovido al lector, haciéndole olvidar el libro en que se satisfacía la necesidad de instruirse o el deseo de derramar los placeres del entendimiento sobre la uniformidad de las horas de ocio y soledad; haciéndole preferir, por no sé qué mágico atractivo, el lenguaje incomprensible de una avecita a las interesantes narraciones y pinturas hechiceras del novelista y el poeta! Más a la vez, estas sencillas armonías de la naturaleza exaltando el