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El yacú o pava del monte, el pato real, etc. — 73

le ve con frecuencia parado sobre los troncos de las riberas con las alas extendidas para orearse.

En la familia de las aves nocturnas encuentro dos que conviene conocer; la una como amiga, y la otra como enemiga. El ñacurutú, uno de los mayores bubos que se conocen, aunque de aspecto espantoso, es manso con el hombre y se sujeta a desempeñar en nuestras casas el oficio de ratonero, sin desmandarse jamás a echar las uñas sobre la familia de pluma. Todo lo contrario se le atribuye al caburé, que a pesar de ser un pequeño mochuelo, es fortachón y atrevido. "No hay (dice Azara) una ave más vigorosa en proporción del volumen de su cuerpo, así como no la hay más feroz ni más indomable. Tiene el valor y la destreza de introducirse bajo las alas de todas las aves, sin exceptuar los pavos y los caracaraes, y agarrándose de sus carnes, les devora los costados y las priva de la vida. "Llámanlo rey de los pajaritos, porque se cree generalmente, que estos vienen cuando él los llama para almorzarse al más gordo. Lo que sucede es, que el caburé solamente de noche hace sus matanzas, y cuando llegan a descubrirlo de día los pájaros que lo aborrecen, se alborotan, chillan, se reúnen en gran número y giran alrededor del enemigo en ademán de acometerlo, pero sin osar acercársele. El caburé se mantiene impasible e inmóvil, manifestando el mayor desprecio a la turba de cobardes que lo cercan por todas partes y lo asordan con su algazara. El no tiene apetito porque ha hecho una espléndida cena; pero, como se le vienen a las manos tan buenas presas y la ocasión hace al ladrón, echa sus garras a la que más le place, y allí mismo tranquilamente, en presencia de los parientes y amigos