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58 — El Tempe Argentino.

partícula del iris, no se detenga para admirar, y no dirija al instante su pensamiento lleno de adoración hacia el todopoderoso Criador? ¿hacia aquél cuyas maravillosas obras cada uno de nuestros pasos nos descubre, y cuyas concepciones sublimes nos son manifestadas por todas partes en su admirable sistema de creación? No; sin duda, semejante ser no existe."

No hay escritor, sea naturalista o simple viajero observador, que no haya consagrado al picaflor algunas páginas, siempre las más bellas de sus obras.

Buffón ha trazado un cuadro encantador de esta joya alada de la América, y Audubon (de quien son las palabras que preceden) lo describe con igual gracia y propiedad. No obstante mucho falta todavía para que la pintura se acerque a su modelo, mucho falta que observar en la vida del picaflor; pero no seré yo quien ose añadir mis borrones a aquellas páginas doradas.

Como un objeto que ha llamado la atención en todos los países donde se ha presentado, todos han querido ponerle un nombre que fuese la expresión de sus cualidades o atributos.

Sin duda que las voces de mainumbí, colibrí, guachichil, en las lenguas guaraní, caribe y mejicana, significarán alguna de las raras propiedades de esta flor animada. En nuestro idioma se le llama picaflor porque siempre se le ve libar el néctar de las flores, tente en el aire, porque no se posa al tomar su alimento, sino que se cierne en el aire delante de cada flor sin ajarla ni aún moverla. Pájaro abeja, pájaro mosca y tominejo, por su extremada pequeñez; pájaro-resucitado, porque se creía que moría en el invierno para resucitar en el verano.