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50 — El Tempe Argentino.

para la conservación de las aguas, para atraer las lluvias y para la constante depuración de la atmósfera. Regiones enteras, las más fértiles de la tierra, se han convertido en áridos desiertos, a causa de haberlas despojado el hombre de sus arboledas, y muchos pueblos se vieron y se ven hoy, por igual motivo, con su antigua sanidad perdida. Provincias hay que han visto todas sus cosechas devoradas por los insectos, a causa de haber destruido ciertas aves, porque comían algún grano de las eras, y han tenido que volver a traer y propagar los pájaros que habían exterminado por dañinos.

En una porción no pequeña del territorio argentino hacen grandes estragos en las quintas y un enorme consumo de pastos en los campos las hormigas, que se han multiplicado asombrosamente, por haber sido destruídos los tamanduáes u osos hormigueros, cuadrúpedo expresamente organizado para alimentarse de hormigas.

Así es como el hombre, por no observar las leyes de la naturaleza y, creyendo muchas veces librarse de un animal nocivo o de un árbol inútil, destruye el equilibrio de la creación, y ocasiona las plagas que a la vez consumen su riqueza y su salud.

Por el contrario, cuando aplica su razón a la explotación de las riquezas naturales, no procede a destruir sin el previo estudio necesario de las causas finales de los seres; y así saca de ellos el mayor provecho posible, sin exponerse a provocar futuros males. Se sujeta a reglamentos en el desmonte, la caza y la pesca, en el interés de conservar estas riquezas para sí y sus descendientes. Asegura bajo las leyes protectoras la vida de todos los individuos de ciertas especies que no le hacen sino beneficios, como sucede con el buitre de Bengala en la India,