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46 — El Tempe Argentino.

las vanidades del mundo no le han hecho esclavo de mil gustos nocivos e innecesarios, de mil ridiculeces y de un sin número de costosas bagatelas!

¿Qué artesonado puede igualarse a la pompa y hermosura de un grupo de sauces de Babilonia que abraza en su extensa bóveda la cabaña con su patio y el puerto y la chalana y el baño, defendidos del sol por sus ramas colgantes frondosísimas? [1]

Aun consultando la variedad y delicadeza de los gustos (si se ha de combinar su satisfacción con la salud) nada de las mesas opíparas se puede echar menos al probar las sencillas preparaciones del fogón de las islas.

Yo hasta ahora no he gustado un plato que supere al odorífero y jugoso asado que solo nuestros campesinos saben preparar. Difícilmente la cocina del rico aderezará un manjar tan sabroso como sano y suculento. Para el sobrio habitante de las islas, el simple te del Paraguay o mate, suple con ventaja para su paladar y su salud, por todos los licores y pociones conocidas. El agua exquisita que corre al pie del rancho del carapachayo bastaría para hacerlo preferible a las habitaciones ciudadanas con todas sus bebidas peregrinas. El agua del Paraná, tan digna de su fama por su excelencia, quizá sea más eficaz que todas las panaceas y elixires inventados para recobrar la salud y conservarla.

¡Oh, qué hechicera y agradable es la morada del isleño a la margen del arroyo, al abrigo de los

  1. Chalana: pequeña embarcación plana, sin quilla, generalmente sin cubierta. Tiene timón y vela (a diferencia de la canoa que no los tiene), y cuando le falta el viento, anda al impulso de un botador. Si es muy chica, se maneja como la canoa con una espadilla o pala que sirve a la vez de remo y de gobernalle.