A su sombra melancólica
En una noche serena,
Amorosa cantilena
Tal vez un gaucho cantó;
Y tan tierna su guitarra
Acompañó sus congojas,
Que el ombú de entre sus hojas
Tomó rocío y lloró.
Sobre su tronco sentado
El señor de aquella tierra,
De su ganado la yerra
Presencia, alegre tal vez;
O tomando el matecito
Bajos sus ramos frondosos,
Pone en paz a dos esposos,
O en las carreras es juez.
A su pie trazan sus planes,
Haciendo círculo al fuego,
Los que van a salir luego
A correr el avestruz...
Y quizá para recuerdo
De que allí murió un cristiano,
Levantó piadosa mano,
Bajo su copa una cruz.
Y si en pos de larga ausencia
Vuelve el gaucho a su Partido,
Echa penas al olvido
Cuando alcanza a divisar
El ombú, solemne, aislado,
De gallarda, airosa planta,
Que a las nubes se levanta
Como el faro de aquel mar.
(Luis L. Domínguez, América Poética.)
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Apéndice. — 285