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Apéndice. — 269

elevado a su altura son los Consejos de oro sobre la educación. Quiera el que todo lo puede, que todos lean, estudien, aprendan y practiquen cuanto de noble, santo y bello Vd. ha proporcionado a las madres y a los preceptores. Dios quiera que las madres de los Argentinos pongan en acción los preceptos que Vd. establece para bien y provecho de ellas, de sus hijos y de la sociedad en general. Que los preceptores, verdaderos sacerdotes de la inteligencia, cumplan y observen los Consejos de oro, entonces, no hay que dudarlo, merecerán bien de la patria. La sociedad les agradecerá como agradecer y respetar deben todos a su autor.

"La descripción del delta del Paraná y Uruguay, me trajo a la memoria un dicho de M. Bompland. En 1842 me hallaba en el pueblo de San Borjas, uno de los siete de Misiones, donde Mr. Bompland poseía una quinta, jardín botánico que él cultivaba por sus propias manos. Ponderando un día lo benigno del clima de las Misiones, lo productivo de su suelo, y sus exquisitas y abundantísimas frutas, añadió dirigiéndose a mí en tono festivo: "Sr. Cura, cuando Moisés prometió a los Israelitas conducirlos a la tierra de promisión, no la conocía ni sabía en qué parte del globo estaba esa tierra; pues si así no hubiera sido, habría marchado con su pueblo, sin descanso, hasta llegar a esta verdadera tierra de promisión, donde nos hallamos."

"Entre los objetos de la historia natural que Vd. describe, ha atraído particularmente mi atención la capibara o carpincho; por haber tenido la oportunidad de observarlo muy de cerca y por mucho tiempo.