Página:El Tempe Argentino.djvu/244

Esta página ha sido corregida
242 — El Tempe Argentino.

ciénagas y lagunas interiores; pero en este punto como en otros, no menos capitales, la naturaleza es la que se ha anticipado a los deseos del hombre, estableciendo allí un sistema de desecación que reúne todas las condiciones del mejor drenaje.

El desagüe en las islas se opera por canalizos que entrelazan todo el delta. Empiezan por hilos de agua que de cada bañado parten en todas direcciones por lechos someros, y que juntándose en diferentes puntos forman arroyitos, y éstos concurren a formar largos arroyos que corren largas distancias recibiendo en su curso numerosos arroyuelos, hasta que a su vez desaguan en canalejas, en canales y en verdaderos brazos del Paraná. Además, la contextura del terreno deja rezumar el agua, la que se ve manar por toda la extensión de los ribazos y bordes de los arroyos; de modo que el suelo está siempre enjuto y saneado, como lo muestra la lozanía de la vegetación.

Lo único que tiene que hacer el hombre, es conservar limpios todos esos arroyos de desagüe, para que corra libremente el agua; y, cuando más, abrir algunas zanjas angostas en los lugares convenientes, para facilitar el escurrimiento de la humedad, o para la más pronta salida de las aguas en ciertos recodos de los albardones en que se forman aguazales.

A mi parecer no se puede adelantar más en la desecación de las islas por medio del drenaje. Los bañados o ciénagas no se pueden secar, porque están, con mucha frecuencia, bajo el nivel de las aguas del río; y aunque se impidiese la entrada de éstas en las crecidas ordinarias, ¿cómo se podría impedir su infiltración por un subsuelo tan penetrable? Lo mejor es dejar que entren y