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El Río Paraná. — 21

reduce de pronto á sesenta varas en un paso peñascoso desde el cual se arroja con tremenda impetuosidad y atronador estrépito, por un plano inclinado de una altura perpendicular de veinte varas.


El ruido se oye de seis leguas, y al aproximarse se cree sentir temblar bajo los pies las rocas de la proximidad. Los vapores que se elevan por el choque violento de las aguas contra las puntas de los peñascos que hallan en las paredes y el cauce del precipicio, se ven a la distancia de muchas leguas como