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198 — El Tempe Argentino.

de un color más claro; el contacto del aire, lejos de alterar sus colores, aumenta su hermosura; su grano fino y unido lo hace susceptible de un hermoso pulimento; es fuerte y durable, y entre las maderas del país es una de las más buscadas por la ebanistería u obras finas de carpintería.

Tanto las flores del durazno como la hoja, la pepita o almendra y el carozo contienen ácido prúsico, el más terrible de todos los venenos sacados de los tres reinos de la naturaleza; pero que la medicina emplea como medicamento. Todas estas partes son amarguísimas. Las flores tienen una virtud laxativa, que es menos activa cuando están frescas; la infusión de los pétalos es la que se usa con frecuencia; con ella se hace el Jarabe de durazno, que se administra a los niños y a las mujeres débiles como purgativo y vermífugo [1]. Finalmente, las hojas y la almendra del durazno son empleadas por el arte culinario para mejorar el gusto de las cremas, pastas, etc.

El completo de tantas cualidades, así útiles como agradables, hacen de este árbol un don precioso de la naturaleza de nuestro delta, que todo el país ha apreciado debidamente, habiéndose apresurado cada

  1. Para hacer este jarabe se hace primeramente una infusión en agua hirviente de una gran porción de flores de durazno; después se mezcla el agua de la infusión con doble peso de azúcar refinado, y se pone al fuego para que hierva a fuego lento hasta que tome el punto de jarabe. La dosis a tomar: una cucharada cada media hora hasta que empiece a hacer efecto.
    En el delta donde no hay médicos ni boticas, debían todos los quinteros recoger las flores cuando caen (que son los pétalos) hacerlas secar a la sombra y guardarlas para el uso de las familias.