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Capítulo XXVIII

Los duraznos


El pérsico, llamado así por su origen, melocotón en España, y en esta parte de América durazno o duraznero, es el frutal que se ha propagado en las islas, lo mismo que el naranjo, de un modo asombroso, formando montes, que parecen interminables sobre las márgenes de los canales y arroyos del delta. Al observar la espontaneidad de su germinación, el vigor con que crece y prospera, a pesar de la espesura que lo circuye; al notar su frondosidad y larga vida, la abundancia, la grandeza, el colorido, la delicadeza y la fragancia de sus frutos, podría creerse que el Plata y no la Persia es la patria originaria de este árbol, si no constase que fué traído al Nuevo Mundo por los primeros colonos europeos.

No es raro ver en las islas durazneros de la corpulencia de un hombre, con una copa de cinco varas de radio, llena de duraznos, o más bien, melocotones tamaños como naranjas. Generalmente crecen mezclados con los árboles silvestres, viéndose algunos tan oprimidos por la vegetación indígena, que apenas alcanza un rayo de sol por algún resquicio del tupido follaje que los rodea; y no obstante, se muestran vigorosos y fecundos. Sujetos al cultivo