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194 — El Tempe Argentino.

el riego frecuente de las mareas, la propiedad fertilizante de las aguas del Paraná por su tibieza y de las del Plata por su limo, la ausencia completa de aguas corrompidas, y finalmente, la angostura de las zonas numerosas, que hace más accesibles las masas vegetales a la acción del sol y demás agentes atmosféricos, todas éstas deben ser las causas de tan copiosa y exhuberante vegetación.

Así también se comprende por qué la flora del delta nos presenta el aspecto de una latitud más elevada, por las numerosas especies de árboles y plantas de hoja permanente, que dan a sus bosques la fisonomía alegre de la primavera, a pesar de los fríos y heladas del invierno, formando un notable contraste con la vegetación agostada de la costa.

Mas ¡ay! que pronto desaparecerá tanta amenidad, tanta belleza, ante los rudos pasos de la industria desnaturalizada por la codicia y el error. Con dolor se ven caer ya los bellos árboles que hacían la delicia de nuestro Tempe a los golpes del hacha, acerada como los corazones en que el interés ha ahogado el sentimiento de lo bello, y ciega como la ignorancia que labra su propia ruina.

¡Arboles bienhechores, que fuísteis el encanto de mi infancia, y que siempre he contemplado con enajenamiento y gratitud! yo os ampararé, yo os conservaré ilesos como os crió la naturaleza, sobre los arroyos que rodean mi rústica vivienda, para que vuestro espeso ramaje continúe derramando sobre ella la frescura de vuestra sombra, el bálsamo de vuestras flores, la ambrosía de vuestras frutas, el canto de vuestras aves. ¡Ah! esparcid como siempre en torno de mi cabaña la fragancia y el regalo, la salud y la alegría!