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Capítulo XX

El sepulturero, el cáustico, el crepitante, el éntimo y los luminosos


Al lado del mante religioso, dedicado piadosamente, según la creencia popular, a la vida contemplativa debemos colocar al sepulturero, insecto exclusivamente consagrado a enterrar los muertos.

Los necróforos, o escarabajos sepultureros, parecen destinados por la naturaleza para purgar la tierra de los despojos que la ensucian y cuyas emanaciones contribuyen a viciar el aire, pues no tienen más ocupación que la de enterrar los restos animales y aún los cadáveres enteros de pequeños mamíferos y reptiles. Organizados para llenar este objeto, están dotados de un olfato tan delicado, que al instante se reúnen en gran número al olor lejano de la carne mortecina; y apenas se puede explicar cómo unos animalitos tan pequeños (de media pulgada) puedan sepultar en pocas horas una rata, o una gallina entera. Cavan con afán debajo del cadáver, de modo que éste se va hundiendo por su propio peso, hasta que llegando a suficiente profundidad, los enterradores terminan su obra cubriéndolo con la tierra extraída del hoyo o sepultura.