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148 — El Tempe Argentino.

Los entendidos guaraníes aplicaron a cada animal, a cada planta, a cada objeto, un nombre adecuado a sus propiedad o caracteres más notables. Al observar entre las avispas una especie que vivía en sociedad fraternal como ellos, que todas trabajaban como ellos sin admitar zánganos, y que como ellos se protegían mutuamente, dijeron: he aquí unas avispas amigablemente unidas, —camuatí; y este fué el nombre con que las distinguieron. Al ver un viviente de extraña figura, con fuertes brazos y manos, al parecer más aptas para el trabajo que las patas de la avispa, y que demostraba superior inteligencia, le preguntaron: "Dinos, peregrino ¿por qué te vemos siempre errante y solitario alrededor de nuestros cortijos? ¿Dónde está tu chacra?Mamboretá;" y ésta última frase fué el nombre del insecto.

¡Desdichado pueblo guaraní! ¿Qué ha sido de tu antigua prosperidad y libertad? ¿Dónde están los populosos caseríos de vuestros padres? ¿Dónde vuestras propiedades, vuestros campos, vuestras chacras? Todo ha sido devorado por la codicia de vuestros conquistadores, que invocando un Dios de justicia y una religión de paz y confraternidad, todavía han exigido vuestro sudor y vuestra sangre. Ellos, con la misma verdad que a un insecto feroz y fratricida de su país, se aplicaron a sí mismos los títulos de religiosos, profetas, predicadores y santos.