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132 — El Tempe Argentino.

La avispa del camuatí, como que dispone de materiales abundantísimos, ha consultado más su comodidad que la economía, construyendo sus panales sencillos (esto es, de una sola camada de alvéolos), y por consiguiente no necesita dar a los fondos la forma angular, y ha preferido hacerlos cóncavo-convexos, configuración indudablemente más a propósito para la cuna de las larvas.

Los alvéolos o celdillas del camuatí todos son sensiblemente iguales, sin que se note uno solo que pueda decirse destinado para alojamiento de una reina, o de un zángano, como sucede en la colmena, donde se encuentran algunas celdillas de doble tamaño para las larvas de las presuntas reinas.

El forro o pared exterior del camuatí es grueso y compacto como un cartón fuerte, con mayor espesor y solidez en su techumbre. Para hacer la habitación más abrigada, con ahorro de tiempo y materiales, las avispas han aplicado hábilmente aquella propiedad del aire de ser mal conductor del calórico. Para ello han establecido contra el techo, por la parte de adentro, un sistema de cavidades, formado con hojuelas dispuestas en formas de escamas, o cubiertas con cielo raso, de modo que entre éste y el techo queda interpuesta una capa de aire. Por este medio se preserva completamente el edificio del ardor del sol en el estío y del efecto de los hielos del invierno.

Sería necesario hacer una larga y difusa relación para detallar todas las particularidades que se observan en el interior de un camuatí. En todas ellas surge ostensiblemente la idea de la utilidad, que envuelve en sí las de seguridad y de comodidad, así como la economía de tiempo y de trabajo; y