Página:El Tempe Argentino.djvu/109

Esta página ha sido corregida
Peces, tortugas. — 107

convida a disfrutar los tranquilos placeres de la pesca; vemos preparativos de redes, nasas, espineles y flexibles cañas armadas de un débil anzuelo, instrumentos todos que pueden ser manejados sin fatiga ni peligro por las manos delicadas de la mujer y del niño; reuniones placenteras como para una fiesta, un descanso después del trabajo, un objeto de grato pasatiempo; todo lo que en el seno de la hermosura de los campos y en el alborozo que inspiran, recrea el espíritu y dulcifica las penas del corazón ... Y a los que hemos nacido en la margen de esos ríos; a los que hemos frecuentado el laberinto de los canales de su delta; a los que hemos experimentado desde la infancia el irresistible atractivo de una patria favorecida por la naturaleza, ¡qué agradables y puros recuerdos traen a la memoria!


Nos recuerdan los juegos de la niñez; los goces de la pesca en el arroyo inmediato al hogar paterno; la pacífica laboriosidad de la familia del pescador, cuya dulce quietud hemos envidiado en los días del infortunio... y todavía los ríos de la patria nos prometen para la vejez, quieta e inocente distracción, útiles solaces.

Hay variedad y abundancia de peces en todos los canales y arroyos del delta, como para satisfacer todos los gustos; tan distintos en formas, tamaño y color, como en sabores, con la particularidad de ser todos un alimento sano en todo tiempo y sin excepción. Sábese que en otros países hay pescados venenosos, por ejemplo en la Habana, donde se conoce