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CAPÍTULO XIII.

En esto oí un grande alboroto en el corral: el gallo se despepitaba cacareando, y las gallinas huian azoradas. Acudímos todos á ver lo que era, y no encontrámos sino al mono en medio del asustado gallinero. Ernesto, que no le perdia de vista, le vió escurrirse y esconderse bajo una rama de la higuera: siguióle, y ahuyentándole se encontró un huevo roto, que sin duda el ladron se preparaba á comer. Registrando los rincones, se encontraron otros cuatro huevos.

—Ahora sí que ya comprendo, dijo mi esposa al verlo, porqué apénas encuentro huevos, sin embargo de que diariamente oigo cacarear las gallinas como cuando van á poner.

Resolvímos en vista del latrocinio atar al mono cuando se creyese que las gallinas iban á poner.

Apaciguado el cotarro, volví á emprenderla con mi trineo, y ántes de que acabase el dia tuve el gusto de rematarle. Dos piezas de madera arqueadas y unidas por cuatro travesaños bastaron para su construccion; la parte delantera presentaba como dos especies de cuernos, y la de atras, tambien un poco levantada, impedia que rodasen los toneles ó cualquiera otro objeto que se colocase en el trineo. Le até varias cuerdas para que, sirviendo de tirantes, lo pudieran arrastrar el pollino y la vaca, con lo cual obtuve un medio de transporte que nos alivió muchísimo.

Al dejar el trabajo encontré á todos ocupados en pelar una gran cantidad de hortelanos que se habian cogido en los lazos, miéntras que dos docenas de ellos ensartados en un florete que servia de asador, se estaban asando á la lumbre. Este espectáculo no dejaba de ser agradable; mas creyéndole por el pronto una prodigalidad intempestiva, pedí explicaciones á mi esposa, dejándome altamente satisfecho cuando me aclaró que aquella operacion era para conservarlos en manteca, segun mis anteriores indicaciones, recordándome al mismo tiempo la promesa que la hiciera de traerla la restante que en la barrica permanecia en Zeltheim, con tanta más razon, cuando que por medio del trineo habia ya más facilidad para trasladarla. Ernesto añadió que los hortelanos eran aves de paso, y que era preciso aprovechar la época en que acudian al árbol, proveyéndonos de ellos abundantemente para cuando llegase el mal tiempo [1].

Nada habia que replicar á esto, y así quedó resuelto que al dia siguiente, muy temprano, iríamos á Zeltheim. Entre tanto, la cena de aquella noche fue deliciosa. Los pájaros asados hicieron el mayor gasto, y en seguida nos retirámos á descansar para estar listos al amanecer.

No bien comenzaba á clarear el dia ya estábamos de pié y dispuestos á par-

  1. El hortelano es un pajarito pequeño de cabeza negra, parecido al gorrion. Se cria mucho entre los arrozales, y por eso le llaman hortelano del arroz. Llámase tambien agripenno y por algunos terdanla. Su carne es delicada como la de los estorninos, á la que se parece mucho. (Nota del Trad.).