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EL ROBINSON SUIZO.

—Teneis razon, papá, respondió el aturdido; ¿y por dónde vamos á comenzar?

—Por la bahía en que tomámos tierra. ¿Qué nombre os parece más apropiado?

Cada uno dijo el suyo, arreglado á su carácter y modo de juzgar. Mi esposa emitió igualmente su voto, diciendo:

—Me parece, que en reconocimiento de que Dios nos salvó en esa playa, deberíamos llamarla Bahía del Salvamento.

Este nombre agradó á todos, y quedó por unanimidad aprobado. En seguida se procedió á la designacion de los demás puntos ya conocidos, aprovechando cualquier recuerdo ó circunstancia natural ó fortuita que se relacionase con ellos. De este modo la altura desde la cual buscamos en vano las huellas de nuestros compañeros recibió el nombre de Cabo de la Esperanza malograda, el riachuelo el de Arroyo del chacal, porque el cadáver de esta fiera allí arrojado nos proporcionó el hallazgo de uno de nuestros más preciosos recursos, los cangrejos de agua dulce. Al puente se le llamó Puente de la familia, en memoria de que toda la nuestra contribuyó á su construccion; al pantano donde Federico se atascó, Pantano del flamenco, y Vega del Puerco espin á la llanura donde se encontró este animal. Pero el punto más difícil de nombrar y que ofreció más variedad de pareceres, fue el de nuestra vivienda en el árbol gigante: uno queria llamarle Castillo de árboles; otro, Villa de los higos; Federico fue de opinion se le llamase Nido de águila; pero el sabio Ernesto, que no toleraba impropiedad alguna, se opuso á esta denominacion, observando juiciosamente que las águilas nunca anidaban en los árboles.

—Pues yo lo conciliaré todo, repuse á mi vez; se le llamará Falkenhorst (nido de halcones), que al fin estas aves son de noble raza, suscepibles de instruccion, de obediencia, dotadas de gran viveza é instinto, y maese Ernesto nada tendrá que objetar contra esta denominacion, porque es sabido que los halcones generalmente hacen su nido en la cima de altos robles.

Mi idea prevaleció. Unicamente nos quedaba por designar el sitio de nuestra primera residencia á orillas del mar, al cual se le puso el nombre de Zeltheim (casa bajo la tienda) [1].

De esta manera, por via de entretenimiento y sobremesa se echaron los jalones á la geografía de nuestra nueva patria. Despues de la comida, Federico y Santiago volvieron á su faena de curtidores; el uno para acabar el cinto y unas pistoleras que queria hacerse con la piel del gato, y el otro para aderezar la erizada piel del puerco espin y sacar de ella una especie de coraza que sirviese

  1. Observarán los lectores que en adelante conservamos en el curso de esta traduccion los nombres alemanes de Falkenhorst y de Zeltheim, porque no puede aplicárseles como á los demás la denominacion española. Lo mismo que nosotros hizo un traductor francés (Nota del Trad.).