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CAPÍTULO XI.

serian recompensados con la admision á la categoría de ciudadano de su espléndida residencia de Villa celeste.

«En el momento del embarque el afectuoso y benévolo monarca se presentó en persona á los nuevos colonos y les habló de esta manera:

«Hijos mios, ya veis que os he sacado del reino de la Noche y de la inaccion é inmovilidad en que estabais sumidos para haceros desde luego dichosos por el sentimiento, la actividad y la vida: vuestra dicha futura dependerá en gran parte de vosotros mismos, y del libre ejercicio de vuestra voluntad. Jamás olvideis que soy vuestro rey, mejor dicho, vuestro padre, y observad fielmente mis instrucciones respecto al cultivo del suelo cuya explotacion os confio. Cada uno recibirá á su llegada la parte de terreno que deberá cultivar; todas mis disposiciones respecto á vuestra conducta, las hallaréis clara y terminantemente trazadas; y por si en su ejecucion se os ofrece alguna duda, los hombre sabios que allí encontraréis os ilustrarán acerca de su verdadero sentido. Deseo igualmente que podais adquirir la necesaria luz para la interpretacion de mis decretos, para lo cual os prevengo que cada cabeza de familia tenga una copia fiel de mis leyes para que leyéndola diariamente se grabe en la memoria de sus hijos. A más, el primer dia de la semana se consagrará á mi servicio, es decir, que en cada casa, todos, padres, hijos, amos y criados se reunirán en determinado sitio para leer y explicar mis mandatos, con el objeto de que reflexioneis sobre los deberes que teneis que cumplir y medios de alcanzar la recompensa que os está destinada. Así podréis instruiros en la manera más ventajosa de acrecentar el valor del terreno que os quepa en suerte, enterándoos de las épocas y labores, tales como cultivo, siembra, extirpacion de malas yerbas y zizaña que pudieran impedir el medro de las semillas. Cuantas preguntas sobre el particular hicieseis con sinceridad y deseo de acertar pasarán por mi vista, y las contestaré cuando las encuentre razonables y conformes al fin que os hayais propuesto.

«Si vuestro corazon os dicta que son dignos de reconocimiento los beneficios que os dispensaré á cada paso; si para demostrérmelo palmariamente en ese dia os absteneis de cualquier otro trabajo consagrándolo á la expresion de vuestros sentimientos hácia mi, me será tan grata esta prueba de afecto, que ese mismo dia que me concederéis cuidaré muy particularmente de que, léjos de perjudicar vuestros intereses, os sea ventajoso, ya bajo el aspecto del natural descanso que deis á vuestro cuerpo, como por la ilustracion que alcanzará el espíritu, resultado que os alentará á emprender de nuevo las tareas acostumbradas. Deseo igualmente que los animales domésticos que generosamente os doy para que os sirvan de ayuda descansen tambien en ese dia de sus fatigas, y que los silvestres gocen de su existencia sin que el cazador los moleste.

«El que durante su estancia en la isla haya dado mayores muestras de atemperarse completamente á mis mandatos y llenado todos sus deberes; el que haya