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EL ROBINSON SUIZO.

por conservar desde tiempos remotos su mapa en los archivos; este otro reino tenia por nombre Pasibilidad ó de la Noche, porque allí todo era sombrío y sumido en la inmovilidad más completa.

«En el más fértil y ameno punto del imperio de Realidad poseia el gran rey un magnífico sitio de recreo, llamado Villa celeste, donde generalmente residia acompañado de su córte la más suntuosa y espléndida que se pueda imaginar; miles de sirvientes ejecutaban sus voluntades, y millones de súbditos estaban prontos á cumplir sus órdenes. Entre estos, unos vestian túnicas más blancas que el ampo de la nieve y más brillantes que la bruñida plata, porque el color blanco era el del rey; miéntras que otros estaban cubiertos de piés á cabeza con armaduras resplandecientes y con una espada de fuego en la mano. Cualquiera de ellos, á la menor señal de su señor, se apresuraba á cumplir su mandato con la rapidez del rayo. Todos estos servidores fieles, vigilantes, intrépidos, y sobretodo llenos de celo por el servicio del rey estaban tan unidos entre sí, y tan contentos y satisfechos del favor que les dispensaba su señor, que no podia imaginarse felicidad mayor en la tierra que el ser admitido en su número, haciéndose por consiguiente digno de su benevolente amistad. En la villa ó residencia real existian además infinitos ciudadanos de inferior categoría, pero todos ricos, buenos y dichosos gozaban al igual de los más encopetados los contínuos beneficios del monarca, y á más, la inapreciable dicha de verle diariamente y ser tratados por él como si fueran sus propios hijos.

«Poseia tambien el gran rey, lindando con las fronteras de su imperio de Realidad, una considerable y desierta isla, la cual deseaba poblar y cultivar con el objeto de que fuese por cierto espacio de tiempo como estancia provisional de los súbditos que debieran ser sucesivamente admitidos á los derechos de ciudadanos en su residencia real, favor que su magnanimidad anhelaba conceder al mayor número posible.

«Esta solitaria isla se llamaba Mansion terrestre. El que por su buen comportamiento en esta morada de prueba, y por su constante aplicacion en mejorarla se hiciera acreedor á una recompensa, obtenia el derecho de ser admitido en Villa celeste y al goce y dicha de sus afortunados moradores.

«Para conseguir su objeto el gran rey mandó aprestar una flota numerosa destinada á transportar colonos á esta isla, sacándolos de las sombrías y frígidas regiones del reino de la Noche, proporcionándoles así gozar de la luz y de la vida activa, ventajas de que no habian disfrutado hasta entónces. Cualquiera se figurará lo alegres y contentos que se pondrian aquellas pobres gentes al saber el destino que les aguardaba. La isla que habian de cultivar no solamente era amena y fértil, sino que estaba dispuesto que cuantos á ella abordaran encontrasen ya preparado cuanto pudiera serles necesario para pasar grata y apaciblemente el tiempo de su estancia en ella, con la circunstancia además de tener cada uno la evidencia de que sus trabajos y sumision á las órdenes del gran rey