Página:El Robinson suizo (1864).pdf/52

Esta página ha sido corregida
43
CAPÍTULO VII.

parece que hasta se podria establecer una morada cómoda debajo de las raíces, que sirviendo de techumbre nos proporcionarian mayor abrigo que la tienda de lona que nos cobija ahora. En fin, mañana volverémos para examinarlo despacio.

Esta promesa devolvió la serenidad al rostro de mi esposa, que estaba desasosegada hasta conocer mi resolucion, y la cena acabó tan alegremente como comenzara. Entrámos luego en la tienda, cada uno ocupó su puesto, y dormímos como lirones hasta la mañana siguiente.