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CAPÍTULO LVIII.

sus semejantes. Todo es cuestion de tiempo. Ahora sólo falta saber si el capitan Littlestone está dispuesto á favorecer nuestros proyectos.

Todos guardaron silencio, esperando con ansiedad la respuesta del capitan, que habló en estos términos:

—Debemos admirar los decretos de la Providencia y conformarnos con ellos. En el momento que varios de mis pasajeros abandonan mi embarcacion por su libre y espontánea voluntad, se presentan otros para reemplazarles. Me congratulo de ser en esta ocasion el instrumento de que la Providencia se ha valido para restituir á la sociedad una familia tan apreciable y proporcionar quizá á mi patria una colonia floreciente.

Esta respuesta alivió mi corazon del peso que le oprimia.

Así, pues, la familia del anciano pastor se iba á encontrar desmembrada: pronto sentiríamos la falta de dos de nuestros hijos, y la esperanza de volverlos á ver pudiera salir fallida. La fiel esposa y cariñosa madre tuvo que resignarse. ¡Era madre! Como tal se sacrificaba en aras del porvenir de sus hijos. ¡Su única objecion fueron las lágrimas!

El buque inglés en obsequio nuestro permaneció ocho dias más en la Bahía del salvamento con la tripulacion á bordo para evitar visitas importunas. Unicamente tuvieron en Felsenheim entrada franca el piloto y el carpintero del buque, que la galantería del capitan puso á nuestra disposicion para que ayudasen á la carga de los equipajes; pero de poco sirvió su cooperacion, pues fue tal la actividad que desplegaron los habitantes de la colonia, que ó faltaba trabajo ó sobraban brazos.

La pacotilla que habian de llevarse Federico y Franz y que iba á constituir su fortuna al llegar á Europa ocupó no poco mi solicitud paternal. Parte de las riquezas atesoradas en diez años, perlas, marfil, especias, pieles, corales y demas producciones raras de algun valor, fue inmediatamente embalada y trasportada al buque, al cual abastecímos de carnes fresca, legumbres, frutas y salazon. De más á más, en cambio de algunas armas de fuego de moderna construccion, y de una regular provision de pólvora que debí á la generosidad del capitan, le regalé de los varios objetos salvados del buque náufrago los que pudieran ser útiles á un marino, entregándole al propio tiempo papeles pertenecientes al desgraciado capitan que mandaba aquel, por si los reclamaba algun miembro de su familia.

El buque inglés quedó completamente habilitado, repuestas sus averías, y en disposicion de darse á la vela.

Llegó la víspera de la partida, y despues de haber agotado en una conversacion que duró algunas horas, no el dolor que penetraba nuestros corazones á la sola idea de una separacion tal vez eterna, sino cuanto mi solícita inquietud y experiencia pudo inspirarme para ilustrar á mis hijos acerca de los peligros que debian arrostrar en la nueva carrera que iban á emprender entre el torbellino de