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EL ROBINSON SUIZO.

en la facilidad con que contrae la piel de su cara, y sobretodo de la frente, lo cual influye mucho en su fisonomía ó mejor en la expresion de su furor; y por último, en la facultad que posee de sacudir la melena, que no sólo se eriza, sino que se agita en todos sentidos cuando está furioso.

Si esa pintura es fiel, proseguí, y si segun ella el leon dista mucho de la decantada magnanimidad que quieren suponerle, no me sé explicar el empeño que ha habido en extraviar la opinion sobre este punto. Y si no dígalo la pareja que acaba de sucumbir.

—Vaya, papá, dijo Ernesto riendo, veo que V. se ha propuesto derribar del trono al rey leon. Yo reclamo en su favor, y con tanto más gusto, cuanto que VV. le han vencido; así será para VV. mayor gloria cuando un dia puedan decir: Hemos rendido á nuestros piés al rey de los animales, que no contar humildemente que han muerto una fiera.

Federico agradeció al doctor el interes que se tomaba por nuestra gloria, y la conversacion siguió rodando sobre las soberbias pieles que habíamos adquirido. Santiago, siempre romántico y novelesco, opinaba por hacer de la del leon un manto por el estilo del que supone la mitología que llevaba Hércules despues de su victoria en los bosques de Nemea [1]; pero no siendo ocasion entónces de discutir ese punto, quedó para otra aplazado el destino que se daria á tan preciosos despojos.

Los rayos del sol comenzaron á ejercer su influencia sobre las ostras de las perlas, que ya hacia dos dias estaban amontonadas en la playa para que se abriesen, y era tal el mal olor que despedia aquel foco de corrupcion, que nos obligó á marchar sin demora á Felsenheim, quedando en volver para recoger las perlas. Los preparativos no fueron largos y aquella misma mañana nos dímos á la vela con el cargamento.

Esta vez Santiago rehusó efectuar la travesía en el caïack de Federico, pretextando que el ejercicio del doble remo era demasiado fatigoso para él, y así se vino con nosotros á la piragua donde la vela y las ruedas mecánicas economizaban el trabajo, quedando Federico como único tripulante de su barco, que tomó la delantera como la vez anterior para guiarnos en aquel laberinto de escollos.

Luego que salímos de ellos y entrámos en el mar despejado, apreté á los remeros para que redoblasen sus brios y llegar á buena hora á Felsenheim. Mi buena esposa debia ya estar inquieta por nuestra ausencia de tres dias. Dirigiendo el rumbo á Levante, despues de atravesar felizmente el canal que desembocaba en la Bahía de las perlas, ántes de ponerse el sol desembarcábamos en la del Salvamento.

  1. La muerte del leon de Nemea fue uno de los dice trabajos impuestos á Hércules y que le inmortalizaron, en cuyo recuerdo se le representa cubierto con la piel de dicha fiera, que parece que llevó siempre puesta como trofeo de su victoria. (Nota del Trad.)