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EL ROBINSON SUIZO.

los utensilios que se trajeron á prevencion, con cuyo auxilio en poco tiempo reunímos una cantidad considerable, que aun hubiéramos podido acrecentar; pero nuestra avidez se hallaba satisfecha, y eran más que suficientes las perlas que ya podíamos allegar para absorber el caudal disponible del buque que aportase á nuestras costas. Amontonámos las ostras pescadas cerca de la playa, esperando que el calor del sol las abriese sin alterar su contenido.

En este dia descubrí en el propio banco una yerba salada muy preciosa, la misma que sirve para hacer la sosa. Recogí una buena cantidad, pues por escasos que fuesen mis conocimientos químicos entreveia el medio de sacar un ventajoso partido tanto para la fabricacion del jabon como para otros usos no ménos importantes [1].

Al caer la tarde y cuando el sol desmayaba, ante aquella vegetacion tan lozana y vívida no pude resistir á la tentacion de dar un paseo alargándonos hasta un cercano bosquecillo al cual habia visto dirigirse algunas aves. Para facilitar la exploracion nos separámos, acompañando á cada muchacho un perro como resguardo. Ernesto fue el primero que penetró en el bosque. Santiago le seguia de cerca entre la espigada yerba, miéntras Federico y yo nos entreteníamos en proveer los zurrones para ir en pos de los cazadores. No pasarian seis minutos cuando oímos un traquido junto con la voz de alerta de Santiago, á la que se siguió otro disparo. Federico previno en seguida el águila, yo mi carabina, y siguiendo á los corredores perros, llegámos al campo de batalla á tiempo de ver el fin del combate y la victoria conseguida por nuestra gente.

Lo primero que observé á corta distancia y entre los árboles fue al pobre Santiago, que se me acercaba sostenido por sus dos hermanos. ¡Gracias á Dios, exclamé, no ha sucedido la catástrofe que me temia!

El bueno de mi hijo, que en otras ocasiones habia demostrado un valor y sangre fria superiores á su edad, esta vez, sin duda por cogerle solo el lance, se amilanó como nunca, exagerando el peligro que corria y la posicion en que se encontraba. Realmente no habia recibido herida alguna; encontrándose frente á frente con un cerdo montaraz, que bien pudiera pasar por jabalí, echóle este por tierra bruscamente, con lo cual se dió Santiago por perdido. A pesar de sus veinte años conservaba todavía gran parte de la fanfarronería y cobardía de su infancia. Sus hermanos con mejores piernas acudieron ántes que yo á salvarle, y con dos pistoletazos casi á boca de jarro libertaron al desgraciado aventurero de su terrible enemigo.

Sin embargo, el héroe de la fiesta seguia haciendo contorsiones y quejándose á más no poder de que no tenia hueso sano. Le desnudámos en seguida, y des-

  1. La sosa se entiende más comunmente por barrilla. Es una planta de la familia de las quenopodeas, cuyas cenizas, reducidas por el fuego á una masa dura de color ceniciento oscuro, se emplean como aquí se dice en la elaboracion del vidrio, jabon y otros usos. (Nota del Trad.)