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CAPÍTULO LV.

sino á raros intervalos por las hendiduras de la piedra, ó por alguna que otra abertura natural causada por el desprendimiento de las peñas.

Varias veces dímos la vuelta al singular edificio, sin hallar el menor rastro de seres vivientes; únicamente encontrámos osamentas de mónstruos marinos al pié de las rocas, lo que atestiguaba que se habian refugiado en ellas esas fieras, cuyos dientes debian representárnoslos como adversarios terribles caso de tener que combatirlos.

Si el exterior del agreste monumento se encontraba desierto, el interior del pasadizo estaba demasiado poblado: un ejército innumerable de golondrinas alborotóse al aproximarnos á la profundidad de la caverna, asustándolas tanto el rumor de los remos que apénas podíamos hendir los enjambres de pájaros que obstruian la bóveda; empero cuando la vista se fué acostumbrando á la oscuridad reconocímos con placer que el techo, muros y sinuosidades de las esculturas naturales estaban materialmente tapizados de nidos que parecian copas trasparentes como el carey, llenos como los nidos comunes de plumas y yerbecilla seca, con la diferencia de que esta aquí era olora. El ensayo que habíamos hecho con esta sustancia, que cocida y sazonada con sal y especias se convertia en cartílago sabroso y delicado, alentábanos á proveernos del artículo, mayormente sabiendo que los tales nidos constituian un importante ramo de comercio en la China; y como abrigábamos la esperanza de que un dia aportaria á nuestras costas algun buque con el cual pudiésemos entrar en relaciones mercantiles, creímos oportuno almacenar para entónces una respetable cantidad de semejante mercancía.

En su consecuencia, luego que la chalupa estuvo en la bóveda y sus inocentes huéspedes, tranquilizados por nuestra inmovilidad, desaparecieron de nuevo en sus oscuros rincones, á la curiosidad del primer exámen se sucedió una insaciable avidez bien fácil de satisfacer. Todos los instrumentos y aparatos disponibles se pusieron en juego, y los nidos caian por docenas á nuestros piés. Sin embargo, á instancias mias se tuvo la consideracion de escoger los vacíos, á fin de conservar los que tenian huevos ó crias. Franz y Santiago se mostraron los más activos en este género de saqueo, y sus redes no estaban un momento ociosas; Ernesto y yo procedíamos con más método, inclinándonos más á los nidos situados en las regiones inferiores del peñasco, y limpiando una por una cada pieza del botin ántes de meterla en el saco.

Cuando la provision me pareció suficiente, deseoso de terminar la obra de exterminio, dí la órden de suspension para tomar algun refrigerio y reparar nuestras fuerzas ántes de atravesar la gran bóveda del pasaje.

—A la verdad, dijo maese Ernesto á quien no agradaba la faena, el jaleo que hemos traido con los dichosos nidos no me ha divertido gran cosa, y es gracioso que estemos afanándonos por acumular un género y venderle á un buque extranjero, que quién sabe cuándo aportará á estas inhospitalarias costas. ¡Ya van diez años!