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EL ROBINSON SUIZO.

Al oir esto mi esposa y los muchachos demostraron un poco de asco á la idea de comer nidos de pájaros; pero advertíles que lo que de ellos se comia no eran las plumas ni la yerbecilla, sino la capa exterior, la cual separada del resto del nido, bien limpia y aderezada con especias producia cierta gelatina trasparente y sabrosa. La palabra gelatina recordó á mi esposa la que de vez en cuando nos hacia con algas del mar, sustancia por cierto poco susceptible á primera vista de ser considerada como golosina, y esta comparacion la hizo más indulgente con los nidos de pájaros, destruyendo su prevencion y conviniendo conmigo en que efectivamente podia servir para algo el descubrimiento de Federico.

—No lo extrañes, Isabel, la dije, pues hasta de las aletas del tiburon, de que nadie haria caso, hay quien se ha propuesto sacar un plato delicadísimo y de los más buscados. ¿De qué no sacará partido la necesidad ó la glotonería de la especie humana? Con que quedamos, señora cocinera, en que nos aderezarás algunos nidos para que podamos juzgar con conocimiento de causa si merecen ó no la fama que gozan.

—De mil amores, respondió el ama de gobierno; aunque no entiendo pizca de esas sublimidades culinarias, haré cuanto esté de mi parte, y si á mano viene pondré algo de mi santiscario para salir adelante con esa decantada gelatina; pero ante todo, lávenme bien esas que parecen tortas de barro cocido, que á la verdad están poco decentes.

Franz que aun no habia renunciado definitivamente su cargo de pinche de cocina aseguró á su madre que correria de su cuenta esa limpieza, primera cosa en que se ocuparia al dia siguiente, y dirigiéndose á mí me preguntó:

—Diga V., papá: ¿de dónde sacan las golondrinas la materia gomosa para sus nidos?

—Me interrogas sobre una cosa sobre la que aun no están de acuerdo los naturalistas; pero los más, siguiendo la opinion general en el Tonkin y en la península de allende el Gánges, territorios que suministran al comercio cantidades enormes de estos nidos, creen que esta materia procede de la espuma del mar. Al secarse esta sustancia toma la apariencia de cera, ó mejor, de cola de pescado, si bien otros afirman que proviene de una especie de molusco que sirve de alimento á este pájaro, y que despues de comido arroja su parte gelatinosa destinándola así para la fabricacion del nido como para alimentar luego los polluelos, y esto para mí es lo más cierto, atendiendo á las cualidades nutritivas y sustancia animal que se encuentra en este manjar. Pero basta ya de nidos; dejemos á Federico continuar el relato de sus aventuras.

—Avancé resuelto, prosiguió este, por las mansas aguas que bañaban el oscuro túnel, y á su salida encontréme con una magnífica bahía, cuyas orillas bajas y fértiles limitaban una extensa vega poblada de sotillos y guarnecida á la izquierda por altos peñascos, de los que era una prolongacion el que acababa de atravesar, y á la derecha por un rio majestuoso de corriente tranqui-