Página:El Robinson suizo (1864).pdf/427

Esta página ha sido corregida
384
EL ROBINSON SUIZO.

retrospectiva al principio y al medio, recopilando lo pasado como base y punto de partida de lo que resta por venir.

Diez años eran ya trascurridos desde que la voluntad divina nos arrojó sobre esta solitaria costa; diez años en que con escasa diferencia nos entregámos á las mismas ocupaciones: siempre campos que cultivar, cosechas que recoger, excursiones que practicar, tal era siempre el círculo uniforme con que trascurria nuestra existencia, y si alguna vez lo traspasámos fue para volver luego al mismo con más ardor y constancia.

Los que han tenido la paciencia de leer atentos hasta la página presente de este minucioso diario y tomándose cierto interes por la suerte de esta familia, estarán ya bien penetrados de los raros medios y vias de que se valió la Providencia para hacernos no sólo llevadera, sino en cierto modo grata y venturosa, la existencia concentrada en nosotros mismos, sin otro lazo social. En este décimo año de tan larga serie de pruebas, la divina misericordia descendió sobre nosotros para recompensarnos más de lo que merecíamos. ¡Quién sabe si para en adelante nos tiene el Señor reservadas otras más crueles, superiores á nuestras fuerzas! Suceda lo que quiera, sea próspero ó adverso, cúmplase su voluntad.

Por de pronto el Dispensador de todo dispuso que el teatro de nuestro primer desastre fuese uno de aquellos sitios más favorecidos con sus dones. Ni un dia dejámos de darla gracias por tan inefable bondad, y noté siempre con placer que las frecuentes dádivas que á cada paso nos prodigaba ni en un ápice amenguaba la gratitud de los niños al sumo Hacedor.

La trascurrida década debímos considerarla como época de conquistas y establecimientos. Nos habíamos hecho con dos cómodas habitaciones, asegurando nuestros dominios con una valla insuperable que nos preservaba de la invasion de alimañas; altas montañas por un lado y el mar por otro defendian la costa, proporcionándonos segura y tranquila morada; el terreno ademas nos era ya bien conocido, por haberlo recorrido infinitas veces en todas direcciones para convencernos de la no existencia ni ocasion de algun peligro. No restaba mas que perfeccionar y embellecer lo concluido; la piedra estaba labrada, faltándola sólo el pulimento.

Nuestras principales habitaciones á más de lindas eran cómodas y sobretodo salubres: Felsenheim, que contenia la mayor parte de los almacenes, nos ofrecia segura residencia en invierno, miéntras que Falkenhorst era la mansion de verano y el sitio de recreo para la buena estacion. Allí se habian construido establos y corrales para el ganado y la volatería, y otro corral especial para los animales domésticos. A corta distancia se hallaba la colonia de abejas, cuya laboriosidad nos suministraba abundante provision de miel y cera, superior á las necesidades de la familia. Numerosa grey de palomas europeas anidaba cerca de nosotros, y durante la estacion lluviosa un ancho cobertizo de paja preservaba de la humedad la estancia de esas mansas aves.