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CAPÍTULO LII.

—¡Aprobado! dijeron todos, y el triunfo del doctor fue acompañado de una risa general.

El plátano llegó despues á ser objeto, como el cacao, de amplísima discusion.

—El árbol del plátano, dije á los niños, cuyo fruto os ha parecido que no corresponde á su renombre, segun un autor que ha descrito con igual tino las maravillas de la naturaleza y sabias previsiones de la Providencia [1], hubiera podido bastar por sí solo á todas las necesidades del primer hombre. Produce el más nutritivo alimento en sus frutos farináceos, suculentos, azucarados, aromáticos, del diámetro de la boca y agrupados como los dedos de la mano. Uno solo de sus racimos constituye la carga de un hombre. Su extensa y poco elevada copa semeja un magnífico parasol con las hojas verdes, largas y satinadas que encorvándose en los extremos forman como una gallarda cuna impenetrable al sol y al agua. Aprovechando la flexibilidad y consistencia de estas hojas, los indios con ellas hacen toda clase de vasijas, cubrn sus chozas, y del tronco sacan hilo; tambien las emplean como sudarios para envolver los muertos: de suerte que el plátano suministra al hombre albergue, alimento, ajuar, vestido y mortaja. Ademas, este hermoso arbusto que en nuestros invernaderos apénas da fruto cada tres años, bajo la línea lo produce sucesivamente, pues cuando la caña principal muere, sus renuevos de diferente grandor y respectivo desarrollo lo siguen dando en todo tiempo, fructificando uno de aquellos mensualmente á imitacion de los racimos lunares del cocotero. Tales son los plátanos que crecen en las zonas cálidas á orillas de los rios, su elemento natural. Varias son las especies de plátanos que existen de diversos tamaños, desde los gruesos como el cuerpo de un niño hasta los que tienen el doble del de un hombre, observándose iguales proporciones en el fruto. En la isla de Francia se ven plátanos enanos y otros gigantescos originarios de Madagascar, cuyo fruto largo y retorcido se llama cuerno de buey. Un hombre puede alcanzarlo trepando por el tronco cuyos arranques de antiguas hojas caidas le sirven de escalones. Un solo plátano basta para una comida, y con un racimo sobra para las del dia. Hay plátanos de diferente sabor, y el de la especie enana se parece al del azafran. El de la especie comun llamada higuera-plátano es oleoso, azucarado y farinéaceo; tiene la consistencia de la manteca fresca de invierno, y así no es necesario mascarlo, de modo que pueden igualmente comerlo los niños y los ancianos sin dentadura. Esta especie tiene otras prerogativas no ménos especiales, como el no ser jamás atacada ántes de su perfecta sazon, á pesar de su sencilla piel, por los pájaros é insectos; y cogida en racimos un poco ántes, madura perfectamente en la casa y se conserva un mes en toda su bondad. Se encuentran plátanos en toda la zona tórrida, en Africa, Asia, en ambas Américas, islas de sus mares, y hasta en las más distantes del mar del Sur. Con razon han llamado los viajeros al plátano rey de los vege-

  1. Bernardino de Saint Pierre, en sus Estudios sobre la naturaleza. (Nota del Trad.)