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CAPÍTULO LI.

á ella y sigue sus movimientos. Así coge el elefante objetos muy pesados, hasta de doscientas libras. Esta bestia tiene el cuello demasiado corto para poder bajar la cabeza hasta el suelo y pacer la yerba con la boca ó beber fácilmente cuando tiene sed. Mete en el agua el extremo de la trompa, aspirando llena su cavidad, en seguida la encorva para llevarla á la boca. Cuando quiere comer, arranca la yerba con la trompa y practica lo mismo: por supuesto que los elefantes de leche la maman tambien chupando con el mismo órgano. No sólo sirve este de habilísima mano, sino de robusto y poderoso brazo para derribar fácilmente los árboles más fuertes y tronchar las ramas cuando el elefante quiere abrirse paso en la espesura de los bosques. La boca es la parte más baja de la cabeza, con cuatro dientes en cada mandíbula. Como la trompa y los dientes serian aun para este animal poca defensa, la naturaleza le ha dado dos colmillos que nacen de la mandíbula superior, fortísimos, de algunos piés de largo y retorcidos hácia arriba, con los cuales ataca y se defiende de sus enemigos. Estos colmillos son huecos en su nacimiento hasta la mitad y aun más, pero sólidos y macizos hasta la punta, siendo la materia que conocemos con el nombre de marfil. El elefante tiene los ojos muy pequeños, con párpados pestañosos como los del hombre, el mono, el avestruz y el buitre. El cuerpo está cubierto de un pellejo rugoso como corteza de árbol y cerdoso en varias partes como el jabalí, particularmente en la parte convexa de la trompa, en los párpados y en la cola, que termina con un hopo bastante largo. Los indios atribuyen imaginarias virtudes á estos pelos, y los africanos los usan en sus adornos. El elefante se alimenta de yerba, frutos y tambien de ramas de árboles, comiéndose el palo. En agosto y setiembre invaden los arrozales y maízales, y los talan y destrozan. Los africanos para precaver tales daños encienden grandes hogueras cuyo resplandor los ahuyenta. No obstante su voracidad cuando tienen barro á mano, como suele decirse, pueden aguantar hasta ocho dias sin comer. Su bebida es el agua, que tienen buen cuidado de revolver préviamente, como lo hace el camello. Los elefantes invaden tambien y talan los campos sembrados de tabaco. Si la planta se encuentra aun tierna y abundantemente acuosa, no les hace daño; mas si ya ha llegado ó está cercana á su madurez, les embriaga, y entónces son de ver sus graciosas contorsiones; y si la dósis es algo fuerte, se duermen profundamente, sueño que aprovechan los negros para vengarse impunemente de los destrozos causados por sus piés y su trompa. El elefante es animal de grande instinto y docilidad. Cuentan que es susceptible de adhesion, cariño y agradecimiento, hasta consumirse de pesadumbre cuando ha perdido al que le cuida. Se le atribuye igualmente cierto valor intelectual y un noble orgullo que le estimula á exponerse á los más graves peligros para sobresalir entre los de su especie. Es fácil de domesticar, y los domadores que hacen de él un objeto de comercio le someten á tantos ejercicios diferentes que parece imposible que una bestia tan pesada adquiera los hábitos á que la acostumbran; pero en medio de su docilidad y