Atrancámos bien la puerta, y apénas comenzaba el sueño á cerrarnos los párpados cuando vino á distraerle un concierto de otra clase, procedente del inmediato bosque de pinos. Era un coro infernal de gritos y chillidos con modulaciones agudas y prolongadas, capaces de lastimar el tímpano más fuerte y de partir las piedras. Desde luego conocí que eran los postreros lamentos de agonía de los monos que sucumbian víctimas de su goloso y merodeador instinto. A fin de que la mortandad fuese completa y que el veneno ejerciese toda su mortífera influencia, até bien los perros á la puerta de la cabaña para que no se arrojasen contra el enemigo ántes de tiempo y malograsen mi plan.
Ocioso es decir que entre unas y otras cosas pasámos una noche toledana sin poder descansar un instante hasta la madrugada, que restablecida la calma, lográmos reposar dos ó tres horas. Las fieras, los chacales, los monos y los perros se conjuraron para robarnos el sueño, y gracias que el mal no pasó de aquí.
Cuando despertámos ya muy entrado el dia la curiosidad nos condujo en seguida á ver el resultado de la noche y el estado en que se encontraban los concertistas nocturnos del bosque. Sin entrar en detalles del espectáculo que se ofreció á nuestros ojos baste decir que la terrible goma de euforbio sumergió á todos los músicos en el sueño de la muerte. El víno, leche, maíz y demas cebos envenenados quedaron consumidos, apareciendo la tierra sembrada de cadáveres, que cargados inmediatamente en el carro fueron arrojados al mar, y recogidas las vasijas y demas utensilios que habian contenido la ponzoña para que no causase más estragos que los previstos. Satisfecha ya mi venganza y cansados de la repugnante faena que nos ocupó gran parte de la mañana, retirámonos á la cabaña. Entónces Santiago despachó su tercer correo á Felsenheim dando parte de las novedades ocurridas en la noche anterior y hasta la fecha de aquel dia. La misiva estaba redactada en el estilo pomposo y oriental que le era tan familiar y decia así:
«Prospecthill, entre nueve y diez de la mañana.
«La granja de Prospecthill está restablecida en su antiguo esplendor. Ha costado mucha sangre á nuestros enemigos, y no poco trabajo á nosotros. Némesis [1] preparó para la raza maldita la copa emponzoñada, y las olas del Océano ya han sepultado á las víctimas. El sol con sus resplandores alumbra nuestros preparativos de marcha. El mismo sol, al ponerse, será testigo de nuestra llegada al desfiladero.—Salud.»
La lectura de esta carta enfática y semiburlesca puso fin á la narracion de Federico, de la cual he suprimido largas disgresiones para volver á tomar la palabra y enterar al lector de la impresion que nos produjo aquella epístola tan lacónica y cortada, así como de lo demas que se siguió hasta la reunion de toda la familia.
- ↑ Némesis. En la mitología se la reputaba como diosa de la venganza, hija de la Noche y del Erebo ú Océano, ó segun otros de Júpiter y la Necesidad. (Nota del Trad.)