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EL ROBINSON SUIZO.

nuestra noticia que hienas espantosas y feroces han asolado los confines de nuestro territorio, causando grande estrago entre los animales domésticos de nuestros colonos. En su consecuencia os invitamos á que reunais vuestros afamados cazadores y tomeis las medidas necesarias para expulsar del distrito las hienas y demas bestias dañinas, dejando libre de ellas vuestros dominios, ó al ménos conteniéndolas en sus razonables límites.

«Dios guarde á V. E. muchos años.

«Dado en Sidney-Cove (Port-Jakson) á 12 del mes de casuar y año XXXIV de la colonia.

«El gobernador Philipp Philippson

Ernesto terminó su lectura sonriéndose maliciosamente al notar la extraña impresion que nos causaba. En toda esta broma, aunque parecia á primera vista sencilla, habia un no sé qué que picaba vivamente mi curiosidad. El mozuelo se gozaba en mi embarazo, y al hacer un movimiento se le cayó del bolsillo otro papel. Me bajé para cogerle y abrirle en seguida; mas me detuvo diciendo:

—Es otro pliego, señor, procedente de Waldeck. Quizá contenga noticias más exactas que la misiva del general Philippson, quien puede haberse dejado sorprender por datos exagerados.

—Hazme el favor, le dije, que de una vez te dejes de bromas y nos expliques estos enigmas. ¿Acaso tu hermano al partir te dejó alguna carta con la expresa prevencion de que no la entregues hasta hoy? ¿Y qué significa lo de las hienas? ¿habrán tropezado con tan fieros animales, y tendrán el temerario proyecto de atacarlos sin contar conmigo?

—La verdad, papé, este papel es una carta autógrafa de Federico que trajo la paloma que vímos ayer.

—¡Gracias á Dios! Acabáramos.

—Dios te bendiga, querido sabio, exclamó mi esposa abrazándole. Aplaudo tu idea, que al fin nos sacará de dudas... Pero esas hienas... Lee, lee la carta de tu hermano.

—La leeré toda, sin cambiar punto ni coma.

En seguida nos leyó lo siguiente:

«Queridos padres, y tú, mi buen Ernesto: pongo en noticia de VV. que á nuestra llegada á las inmediaciones de Waldeck hemos sido recibidos por una hiena de las mayores, que ya habia devorado algunos corderos y una cabra; pero al fin ha sucumbido merced al valor é intrepidez de los perros, y á la serenidad de Franz, que se ha portado como un héroe, debiéndose á él principalmente el honor de la jornada. Los alanos han rematado al mónstruo y hénos aquí libres de él, sin que nos haya sucedido el menor percance. Toda la tarde la hemos empleado en desollarle y adobar la piel. Es alhaja magnífica y podrá servirnos de mucho.