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EL ROBINSON SUIZO.

cuanto á los colores y su distribucion sobre el plumaje, adviértese en el respectivo sexo una notable diferencia; el exterior modesto de las hembras contrasta con la brillante gala de los machos, como el de la gallina comun comparada con el magnífico plumaje del gallo. Si pudieran acostumbrarse estas palomas viajeras á la sedentaria vida de los palomares, serian un nuevo adorno para las casas de campo. El macho supera en hermosura y tamaño á la hembra, y desde el pico á la extremidad de la cola mide dos piés. La cabeza es de un azul apizarrado; las alas y parte superior del cuerpo, del mismo azul con pintas negras, y el pecho de color avellana. En el cuello sobretodo es donde campean los más bellos colores; el oro, verde, púrpura y una escarlata magnífica lo esmaltan con todo su brillo; el vientre iguala al ampo de la nieve; las patas y los piés son de un bello encarnado, y una ancha banda negra y lustrosa atraviesa la cola de largo á largo.

«El carácter distintivo y dominante de esta especie parece ser el amor á la sociedad. En sus lejanos viajes no hay individuos aislados ni rezagados. Sus bandadas alcanzan una extension prodigiosa cuando se ponen en camino para buscar en los bosques un paraje que les ofrezca medios de subsistencia. Un célebre naturalista estima en muchos centenares de millones uno de estos ejércitos alados que encontró á orillas del Ohío, y su cálculo, léjos de ser exagerado, quizá esté aun por debajo de la realidad. Segun refiere, aquella nube de aves tendria una extension de hasta dos mil metros, y como su paso duró tres horas, la longitud de la columna sería al ménos de setenta y cinco leguas ó trescientos mil metros. No contando sino dos aves por cada metro cúbico, la bandada se debia componer de mil doscientos millones de palomas; pero la masa estaba tan cerrada, que proyectaba sobra sobre la tierra. El ruido de tantas alas puestas en movimiento sólo podia compararse con el de las olas de una mar bravía. Estas columnas volantes se forman por la agregacion de un gran número de distintas bandadas, que llevando todas idéntico objeto eligen el mismo punto para descansar, á donde llegan al anochecer, á veces de muy léjos, abandonándolo á la madrugada para buscar que comer. El bosque en que se hospedan queda muy mal parado, pues se abaten en tan gran número y con tal ímpetu sobre los árboles, que las más fuertes ramas se tronchan y caen á veces con toda su carga. Una violenta tempestad no causara quizá tanto estrago.

«Hase calculado el alimento diario que consume una gran bandada de estas aves, reduciendo cada individuo á una racion exigua, pues necesitan comer mucho y á menudo. Parece increible el resultado de este cálculo: una sola de estas poblaciones aladas que fijase en el seno de los bosques su aérea residencia consumiria el cuádruplo ó quíntuplo de los víveres indispensables á la más populosa de las capitales de Europa, teniendo en cuenta únicamente el peso de las subsistencias. No es pues de extrañar que á la salida del sol se disperse esta poblacion, y tale, digámoslo así, un espacio equivalente al de varios cantones de