Página:El Robinson suizo (1864).pdf/394

Esta página ha sido corregida
351
CAPÍTULO L.

Durante este diálogo un ave, cuya especie no pudímos distinguir bien á causa de la oscuridad penetró por la puerta del palomar.

—¡Calle! dijo Ernesto. ¿Quién será el nuevo huésped que como Pedro por su casa se ha entrado en el palomar? Bueno será echar la trampa, y mañana se verá quién es. ¿Quién sabe? Quizá sea algun correo de Nueva Holanda y traiga partes de Sydney ó Port-Jakson. Papá ha dicho que tal vez no distamos de esos puntos.

—Pero ¿qué manía te ha dado de correos, partes y noticias?

—Nada, respondió con indiferencia, sino que la llegada de ese palomo me ha recordado lo que leí no sé dónde, de que los antiguos romanos y los griegos se correspondian por medio de palomas viajeras que desempeñaban el oficio de correos. ¿Es cierto el hecho, papá?

—Certísimo. De todos los habitantes del aire ninguno rivaliza con la paloma en salvar grandes distancias. Esta ave es esencialmente viajera. Ademas de las que servian de mensajeras, la historia natural menciona una especie particular de palomas que adiestradas al efecto van y vienen de los montes Alleghanys á los de Escocia. La historia de estas aves correos es curiosísima, y en vez de contártela de palabra te la lerré impresa en un libro frances que casualmente tuve en la mano esta mañana.

Fuí á la biblioteca, traje el libro y leí lo siguiente:

«Los ornitologistas han dado á estas palomas el nombre de columba migratoria, ó sea paloma viajera, y sus actos justifican completamente esta denominacion que aun no es bastante característica. En efecto, volando á veces desde el golfo de Méjico hasta las costas de la bahía de Hudson, andan más de setecienta leguas, siguiendo la direccion del meridiano; no se extienden tanto en longitud, pues no pasan de las montañas Peñascosas, límite de sus excursiones al Oeste. Algunas, más aventureras aun, ó arrastradas por las corrientes aéreas fuera de las regiones que más habitualmente frecuentan, atraviesan el Océano y llegan á veces hasta Escocia. Su pujante vuelo y la gran penetracion de su vista asombran. Desde la inmensa altura á que se elevan distinguen en los árboles los menudos frutos de que se alimentan, y nunca se paran sin causa ni en balde. Como vuelan siempre á numerosas y espesas bandadas que llegan á velar la luz del sol, hase podido calcular la velocidad de su carrera, comparada con la de las nubes; y está averiguado que recorren más de veinte y cinco leguas por hora. Si la industria humana pudiera asociarse tan rápidos correos, de más estarian los telégrafos, pues bastara una mañana para llevar un parte de Zurich á Berlin.

«La estructura y forma del cuerpo entran por mucho en esas aves para llevar á cabo los larguísimos viajes que emprenden. Sus alas proporcionalmente son más largas que en las demas especies de este género. Su cola hendida y extensa les sirve de timon proporcionado á la anchura y fuerza de sus alas. En