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CAPÍTULO L.

Estos trabajos naturalmente hicieron versar nuestras conversaciones sobre la elaboración del azúcar.

—Con algunos perfeccionamientos más, decia Ernesto riendo, pronto tendrémos en Felsenheim un ingenio de azúcar en toda regla.

—Espérate un poco, respondí; entre un ingenio de los que dices, y aun entre la menor explotacion de azúcar y nuestra prensa mecánica hay una distancia inmensa que dudo lleguemos á salvar. Para esta clase de industria se necesitan talleres, máquinas y un conjunto de material de que en nuestra pobreza carecemos.

—Así lo pensaba yo tambien, repuso el sabio, aunque son muy imperfectas las nociones que tengo sobre el azúcar y los procedimientos que se emplean para trasformar el jugo líquido y espeso de las cañas en una materia dura, blanca y cristalizada.

Tales palabras en boca de Ernesto equivalian á un deseo formal de que, resumiendo cuantos conocimientos tenia sobre el azúcar y su elaboracion, le instruyese un poco en la materia. No aguardé á que lo manifestase más claro.

—El azúcar, comencé, proviene de la planta que ya conoces, la caña dulces, objeto ahora de nuestra industria. La caña dulce se cultiva y propaga con facilidad, bastando plantarla en surcos, tendida horizontalmente; de cada nudo brota un retoño que con el tiempo llega á ser raíz de otra caña. Nueve ó diez meses se necesitan para que llegue á su madurez. Entónces está en disposicion de ser cortada. Se arrancan las hojas, y la caña, bien pistada bajo la presion de rodillos de madera la más dura, suelta un líquido dulce y espeso que llaman vulgarmente miel de caña. De ella se saca el azúcar. La primera operacion que sufre esta miel, es cocerla desde luego, pues si se dilatase algo el hacerlo, al cabo de veinte y cuatro horas se acedaria, y tardando más se convertiria en vinagre. Puesta á cocer, hierve por espacio de un dia, echándola agua de tiempo en tiempo; el licor extraido y que sueltan las cañas sube, se espuma, y esta hez sirve de alimento á los animales. Para refinar más el azúcar se echa en la caldera una fuerte lejía de ceniza de leña y de cal viva, lo que aumenta más la espuma, y el líquido más depurado pasa por un colador de lienzo. El poso en algunas partes se aprovecha para cebar puercos, y en otras, mezclándolo con agua y dejándolo fermentar, lo convierten en aguardiente. El líquido colado se pone á hervir hasta cierto punto, y entónces se echa caliente en moldes de barro en forma de conos circulares en ambos extremos y horadados, cerrándose con tapon el agujerito de la punta. Como todas cuantas operaciones se practican en la preparacion del azúcar y arte de refinarle tienden á purificarlo de la melaza que le quita la blancura, solidez y brillo, formado el pilon en el molde se destapa el agujero para dar curso á la melaza, derramando sobre la base del cono una especie de papilla clara hecha con tierra blanca arcillosa. El agua se satura de una sustan-