Página:El Robinson suizo (1864).pdf/385

Esta página ha sido corregida
342
EL ROBINSON SUIZO.

del salvamento. Segun recordaba haber leido este procedimiento es muy usado en Hungría, donde da los mejores resultados, obligando de esta manera á remontar los sollos el Danubio hasta llegar á Viena.

—El salmon, me preguntó Franz, ¿no es un pescado de mar? Pues ¿por qué ya van dos veces que le pescamos en agua dulce?

—Calla, tontuelo, respondió doctoralmente maese Ernesto, el salmon es pescado que vive tanto en el Océano como en los rios. Es un soberbio pescado de carne tierna y sonrosada que merece atencion. Como ves, prosiguió, tiene la cabeza aguda, y pequeña relativamente al cuerpo; la boca es grande, y cuando cerrada, la mandíbula superior es más larga; la nariz tiene dos conductos inmediatos á los ojos; estos son redondos y están á los lados de la cabeza, con un íris plateado y algo verdoso, y pupila negra. La longitud total del salmon es de veinte y ocho á treinta pulgadas. Un naturalista que tú no conoces, por nombre Peyerces, ha hecho curiosas observaciones anatómicas sobre las entrañas del salmon. Suele encontrarse este pescado en el Báltico y en las bocas de los rios sus tributarios. Distínguese el salmon de los otros acuátiles en que al parecer se empeña siempre en luchar con la corriente de los rios. Salta con grande agilidad, se enrosca y salva trechos á menudo considerables. Su mayor enemigo es la sanguijuela, que le atormenta y rinde con sus continuas picadas, debiendo en parte á ella la agilidad y presteza de sus saltos. El salmon debe considerarse como uno de los mayores pescados de rio que se conocen, y en tamaño iguala á veces al atun; algunos pesan treinta ó cuarenta libras; el pellejo es algo grueso y la carne está entremezclada con grasa, sobretodo en el vientre. Antes de cocerse la carne es blanca, pero la sal y la accion del fuego la dan el sonrosado que tanto agrada á la vista.

Interrumpió Santiago la leccion con no sé qué chanza de mal género, echando en cara al doctor que era tan cocinero como sabio. Ernesto se contentó con sonreirse por toda respuesta, y en desdeñoso tono replicó:

—Verdaderamente es lástima que los tontos incapaces de elevarse hasta la ciencia se desquiten de su ignorancia denigrándola.

Su hermano calló y avergonzado procuró mudar de conversacion.

Habíamos vuelto al pacífico curso de las ocupaciones domésticas, cuando por esta época, en una apacible y serena noche de estío me despertaron furiosos y repetidos aullidos de nuestros guardianes, acompañados de un ruido de carreras y pataleo que me recordaron la terrible invasion de los chacales y el no ménos pavoroso encuentro de los osos. Como naturalmente sucede en las alarmas nocturnas la imaginacion me representaba una caterva de fieras invadiendo nuestra morada; mas resuelto á no permanecer por más tiempo en la incertidumbre, salté del lecho y á medio vestir cogí la primera arma que hallé á la mano y encaminéme á la puerta de la gruta que tenia costumbre de dejar entornada para que penetrase el fresco de la noche.