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EL ROBINSON SUIZO.

aparato hidráulico para que el agua por sí sola corriese desde el depósito que estaba cerca de la casa hasta llenar continua y uniformemente los pilones de las seis vásculas; á cuyo efecto, por debajo del salto de agua del arroyo coloqué un acueducto hecho de una gruesa caña de bambú, el cual se subdividia en otros seis conductos menores, destinados á llenar y vaciar sucesivamente los pilones como arcaduces de noria. De este modo, á fuerza de paciencia, de multiplicadas tentativas, y echando á perder mucha madera como tributo de mi aprendizaje, aunque imperfecta tuve á mis disposicion una aceña con honores de batan, la más conveniente en nuestra posicion, y que más se adaptaba á nuestros recursos, pues labrar una rueda de noria con sus accesorios y una muela lo juzgué superior á nuestras fuerzas. La lentitud de la máquina nos inquietó poco desde que estuvímos seguros de que iba bien por sí sola, sin más que estar á la mira, é ir poco á poco echando el grano en los seis morteros, desocupándolos despues de molido. El que en esto se invirtiese más ó ménos tiempo ¿qué nos importaba? En algo habia de emplearse; no teníamos que satisfacer ajenas exigencias, ni estar sujetos á campana, ó á la voz de algun maestro ó sobrestante, ni mercado alguno que proveer, y por consiguiente podíamos gastar en nuestros trabajos todo el tiempo que exigiesen.

La máquina se estrenó echando mi esposa arroz en los morteros, y tanto ella como mis hijos se estuvieron todo el dia embobados viéndola funcionar. Antes de anochecer el grano estaba ya reducido á harina y dispuesto para amasar. Durante la molienda las gallinas y el avestruz eran asiduos centinelas de los morteros, de los que no se escapaba un grano que inmediatamente no se lo echasen al buche; era de ver el avestruz con sus largas zancas, alargando el cuello y picoteando la tierra entre las otras aves lilliputienses en comparacion de su gigantesca talla. Así, todo era vida y movimiento á nuestro alrededor: la actividad de mis hijos, la presencia de los animales domésticos que se amansaban cada vez más, todo prestaba á la morada de Felsenheim el aspecto de una alquería donde por do quier se respiraba riqueza y abundancia.

—¡Esto sí que es bueno! exclamaron los niños al ver funcionar el molino por sí solo, ahora sí que tendrémos siempre harina para el consumo de casa, sin necesidad de la pesada mano del mortero.

Entre tanto, por los frecuentes viajes que los avestruces pequeños hacian á los sembrados y lo saciados que volvian dudé si las mieses estarian ya en sazon. No habian pasado mas que cinco meses desde la sementera, y bien que el tiempo me parecia corto, fuí á verlos y encontré las espigas en completa sazon, precocidad extraordinaria que me colmó de alegría. ¡Ya estaba seguro de poder recoger dos cosechas al año!

Si bien este descubrimiento me halagó sobremanera, abrumóme con la idea de que á la vez se me venian encima todos los trabajos de la colonia; el paso de los arenques estaba al caer; la caza de las lijas le seguia inmediatamente, y mi