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EL ROBINSON SUIZO.

lateral, en las cuales introduje por fuerza cada extremo del esquife, estirándolas hasta juntarlas en mitad del mismo y cosiéndolas con esmero, sin dejar abertura mas que la precisa para el conductor. Excusado es decir que ántes de emplearlas se aderezaron para poderse manejar como el mejor cuero que usan los guarnicioneros de Europa. Cuidé igualmente de engomar la costura para que el agua no penetrase; se cortaron remos de bambú, y se ajustaron á los costados del barco, teniendo uno de ellos al extremo una vejiga para apoyo del navegante en caso de necesidad; y por último, quedó dispuesto y aparejado el sitio para una vela, si en adelante se creyese oportuna.

Resultó pues que nuestra flota se aumentó con otro buque. Federico, como autor del pensamiento del caïak, el mayor de sus hermanos, y el más hábil y capaz, hizo valer sus derechos sobre la nueva barquilla, y unánimemente reconocidos, fue proclamado propietario exclusivo del navío en miniatura.

Quedaba aun por hacer otra cosa importante para el complemento de la navecilla groelandesa, y era el equipo del que habia de manejarla, para lo cual acudímos á la habilidad de mi esposa, que arregló un par de salvavidas, sin cuya precaucion jamas hubiera permitido á ninguno de los niños poner el pié en ella, porque el impulso de una ola bastaria para inundarla, en cuyo caso el navegante corria riesgo de sumergirse con el caïak. Por consejo mio estos salvavidas, aparatos especiales para los buzos, se hicieron de los intestinos de la ballena, formando una especie de camisa ajustada hasta medio cuerpo con sus aberturas correspondientes para que la cabeza y brazos conservasen toda la libertad de sus movimientos, y fuese imposible la completa inmersion del individuo.

Así invertímos el tiempo durante la estacion de las lluvias. El invierno, igual poco más ó ménos al de los años precedentes, iba pasando insensiblemente, y la lectura y el estudio de las lenguas, con los ensayos industriales, abreviaron amenizando los nebulosos dias que restaban hasta la llegada del buen tiempo.

Las tempestades y huracanes que amenazaron trastornar la naturaleza al comenzar la estacion reaparecieron á su fin como anuncio de la primavera. Poco á poco el sol fué mostrando sus rayos, el viento calmó su furor, el mar sosegó sus olas, y el verdor y la frondosidad brotaron de la tierra humedecida por espacio de tres meses. La naturaleza renacia. Salímos al fin de la gruta á gozar de la vida exterior, encontrando un placer indecible en respirar el aire puro de la costa, ver vestidos de verdes hojas los gigantescos árboles de Falkenhorst, y la exuberante lozanía de la vegetacion con que el Criador nos favorecía como para prevenir nuestras necesidades, aspiraciones y deseos.

Como el traje de buzo era el último que se habia acabado, acordóse que su ensayo sería la primera operacion que inaugurase el buen tiempo; y así, el primer dia que lució el sol, Federico se vistió solemnemente la blusa natatoria que le venía ajustada al cuello y se ceñia con cinturon y hebilla, un capuchon impermeable que se ajustaba igualmente á la blusa, con dos agujeros para los ojos,