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CAPÍTULO XLVIII.

á los usos á que la destina: es larga, algo plana, escamosa, de buena musculatura é impregnada de cierta grasa que la preserva de la humedad.

Los castores son quizá el único ejemplo que subsiste como antiguo monumento de la peculiar inteligencia de los brutos, que aunque infinitamente inferior á la del hombre, supone miras y proyectos comunes, que teniendo por base la sociedad y por objeto la construccion de un dique, la fundacion de un pueblo ó de una especie de república, suponen tambien un medio cualesquiera de entenderse y obrar de concierto.

Un individuo, considerado aisladamente al salir á la luz del mundo, no es mas que un ser estéril cuya industria debe limitarse al mero uso de los sentidos. El hombre mismo, en su estado natural, careciendo de luces y recursos sociales, nada produce, nada edifica. El castor igualmente, solo y aislado, léjos de tener superioridad marcada sobre los demas animales, es inferior á algunos por las cualidades puramente industriales; su ingenio y habilidad no los despliega sino cuando vive en sociedad, y generalmente sólo edifican en solitarias regiones donde no les moleste el hombre.

Así es que, si bien se encuentran castores en el Lenguadoc, en las islas del Ródano, y más en las provincias del Norte de Europa, como estos países suelen estar poblados, los castores andan como los demás animales dispersos, solitarios, errantes ú ocultos en madrigueras.

El castor de suyo es inofensivo y familiar, algo triste y quejumbroso, carece de pasiones y vehementes apetitos; apático, por nada se afana, aunque ganoso de libertad roe siempre sin furor las puertas de su cárcel. Por último, la indiferencia predomina en su índole: nada hace para captarse la voluntad, pero tampoco hace daño. Inferior al perro en las cualidades relativas que pudieran asemejarle al hombre, no nació para servir ni mandar, ni siquiera para tratar con otra especie que no sea la suya; y su sentido, concentrado en sí mismo, no lo manifiesta por completo sino entre sus semejantes. Solo, es poco industrioso, pues ni acierta á defenderse, limitándose á morder cuando le cogen. En junio y julio comienzan los castores á juntarse á orillas de las aguas, formando á veces manadas de doscientos á trescientos. Si las aguas se sostienen siempre á igual altura como en los lagos, no construyen dique; pero si corren, fabrican una presa que siempre mantenga el agua á un mismo nivel, la cual por lo comun mide ochenta ó cien piés de largo por diez ó doce de grueso en la base.

Para construir el dique eligen los castores un sitio donde el rio tenga poca profundidad. Si á la orilla se encuentra algun árbol corpulento que puede caer en el agua, principian por derribarle para que sirva de base á la construccion, y para conseguirlo roen la corteza y la madera, cuyo sabor les gusta sobremanera, tanto que prefieren este alimento á cualquier otro, sobretodo cuando el árbol conserva su frescura. Trabajando de ese modo y comiendo al propio tiempo,