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EL ROBINSON SUIZO.

sus viviendas, su instinto, costumbres, etc., lo cual es tan maravilloso que merece estudiarse detenidamente y hacer una breve digresion.

El ondatra es del tamaño á corta diferencia del conejo; su cabeza corta y gruesa se asemeja á la del raton de agua; tiene ojos grandes, orejas cortas, redondas y peludas por dentro y fuera, su cola es aplastada y escamosa, y la piel fina y lustrosa tiene un color rojizo oscuro. Por la forma, instinto y hábitos, estos animales se parecen á los castores. Construyen sus habitaciones con plantas secas y particularmente con mimbres que entretejen y revisten de barro formando techos abovedados. En el fondo practican agujeros para salir en busca de pasto, pues nunca se abastecen para el invierno. Cuando se les acosa en su madriguera se guarecen en escondrijos subterráneos.

Estas habitaciones únicamente destinadas para el invierno, se reconstruyen cada año al aproximarse los frios y escarchas. Muchas familias reunidas ocupan á veces un mismo recinto, y en las latitudes septentrionales suele estar cubierto de una capa de nieve de ocho á diez piés de espesor, por lo cual debe de ser muy triste y monótona la estancia de los pobres reclusos hasta la primavera. En verano andan errantes por parejas, devorando yerbas y raíces, y al engordar adquieren el fuerte olor de almizcle que les da el nombre de ratas almizcleras.

Entre esta rata y el castor, como indiqué ántes, existen muchos puntos de contacto, tanto en la fábrica de sus guaridas como en otras mil circunstancias que dan márgen á que se hable algo del mismo castor, pues cuanto habíamos leido acerca de ese industrioso animal era el tema de nuestras pláticas miéntras nos dedicábamos al oficio de sombrereros. En efecto, pocos serán los seres de la creacion que se acerquen más al hombre, pues el castor siente más que ningun otro irracional la necesidad de asociarse con sus semejantes, debiéndose á su instinto resultados tan maravillosos como los de la industria humana con sus imponderables recursos.

El castor tiene á lo más tres ó cuatro piés de longitud. Todo su cuerpo, á excepcion de la cola, lo cubre un pelo finísimo y espeso, largo de una pulgada, y que sirve para conservar el calor del animal. La cabeza es casi cuadrada; las orejas, redondas y cortas, y los ojos pequeños; la boca está armada de cuatro dientes incisivos, fuertes y cortantes, dos arriba y dos abajo, únicos instrumentos de que se vale para cortar los árboles, derribarlos y arrastrarlos. Los piés delanteros le sirven de manos, moviéndolos con la destreza de la ardilla. Los dedos están bien separados y divididos, provistos de largas y afiladas uñas, miéntras que los de los traseros están reunidos por una fuerte membrana que, sirviéndoles como de aletas para nadar, se dilata como los de las aves acuátiles. Como las piernas delanteras son más cortas que las traseras, el castor camina siempre con la cabeza baja y el lomo arqueado. Sus sentidos son delicados, sobretodo el olfato, en términos de no poder soportar ningun mal olor, siendo muy limpio y aseado, tanto en su cuerpo como en su vivienda. Su cola es notable y adecuada