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EL ROBINSON SUIZO.

do en el avestruz, que no queria andar sino cuando veia claro, cuyo descubrimiento sirvió de base al nuevo bocado de mi invencion. Con piel de lija confeccioné una caperuza por el estilo de la del águila, que cubriéndole la cabeza se cerraba por debajo del cuello; á los lados, y á la altura de los ojos, practiqué dos agujeros que se tapaban ó descubrian con sendos carapachos por medio de un muelle de ballena hábilmente dispuesto; y así, combinado todo con dos riendas, á vuelta de cabeza se podia hacer pasar al nuevo corcel de la luz á la oscuridad y viceversa. Cuando tenia los ojos descubiertos, el avestruz galopaba en derechura; tapándole ya uno, se paraba como si se le refrenase. El caballo mejor adiestrado no obedecia con más precision al freno que el avestruz á la caperuza.

Este primer ensayo me alentó, y como la vanidad humana suele ingerirse en todo, con los dijes que teníamos adornámos la caperuza del mejor modo posible, prendiendo en la parte superior plumas blancas, restos de la cola del otro avestruz muerto, y á los lados lazos de cinta y flecos, que cuando el pájaro corria vistosos flotaban.

Para mis hijos bastara esto; mas para mí, que atendia en todo más á la utilidad positiva que á la diversion, faltaba completar el equipo del lindo prisionero. El avestruz es un animal robusto y susceptible de soportar por largo tiempo la fatiga, y como queria acostumbrar al nuestro á servir para el tiro, así como de acémila y cabalgadura, díme á fabricar los arreos respectivos. Nada diré de los dos primeros; pero el tercero, ó sea la silla y accesorios para la equitacion, era todo un arnes con sus cinchas, correas y bridas, y estoy seguro que en el Cabo de Buena Esperanza, país favorito de los avestruces, si hubiera presentado mi obra, á más de obtener privilegio exclusivo de mi invencion, me hubieran conferido el pomposo título de primer guarnicionero de la colonia.

Debo sin embargo confesar que no obstante el mérito de mi invento y de la exacta combinacion de sus partes, atravesáronse no pocas dificultades para que el avestruz se sometiese al aparejo, tan extraño como complicado, siendo preciso que nosotros tambien nos ejercitásemos para acostumbrarnos á su uso, porque á cada instante olvidábamos que nos las habíamos con un avestruz, entorpeciendo así con frecuencia el manejo. Lo que me costó más fue hacerle correr la posta, lo cual no era muy de su agrado; pero como la paciencia y perseverancia son los principales elementos de buen éxito en materia de educacion, no perdí la esperanza, y á copia de ensayos más ó ménos dificultosos tuve al fin la satisfaccion de ver al nuevo corcel prestarse de buen grado á la silla, y de una carrera ir ó volver de Felsenheim á Falkenhorst con satisfaccion general, empleando la tercera parte del tiempo que cualquiera de nuestros mejores correos necesitaria para recorrer igual trecho: tan ligero de zancas era.

Terminada la educacion del animal suscitóse de nuevo y con más calor que ántes la gran cuestion sobre su propiedad. Santiago, apoyado en la condescen-