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CAPÍTULO XLVII.

el museo, para acabar de disecarlo en las veladas del invierno y emparejarlo despues con el boa.

En cuanto al amianto y al vidrio fósil ó láminas de talco, así como á la tierra de porcelana, se depositaron en el taller, no sólo como destinados á figurar cual objetos de curiosidad, ó muestra de productos naturales, sino con intencion de sacar de esos tres preciosos materiales una utilidad real y positiva. Con el amianto deseaba obtener mechas incombustibles para el farol de la gruta; el talco, proponíame convertirlo en cristales para las ventanas; y en cuanto á la tierra de porcelana, ya casi la estaba viendo salir de mis manos en mil formas diversas de utensilios tan útiles como variados. Mas para estas metamórfosis era preciso aguardar la estacion de las lluvias, para entretener el tiempo con tan amenas y variadas ocupaciones.

Restaba por último colocar en puesto reservado la goma de euforbio, la que se depositó en el museo bien empapelada con este rótulo en grandes letras: Veneno, á fin de precaver funestas desgracias.

Las pieles de las ratas-castores que Ernesto habia muerto nos apestaban con su excesivo olor de almizcle, y para evitarlo, recordando lo que hacian los marinos al traer del Asia el asa fétida [1], especie de goma hedionda, que la izaban al tope del buque, empaqueté las pieles y las dejé al aire libre sobre la galería para que así no nos molestasen.

Más de dos dias se pasaron en estas tareas, cuya diversidad agradaba sobremanera á Santiago, siempre amigo de la novedad, miéntras Ernesto, por el contrario, ménos sectario de la vida activa, no se prestaba sino refunfuñando á tal alternativa de faenas. Mil veces nos aseguraba que se tendria por más dichoso con vivir tranquilamente recostado á la sombra de un árbol, leyendo un libro ó meditando, que no andando de ceca en meca, trasportando, arreglando y colocando lo que llamábamos riquezas. Cuando oía á mis dos hijos explicarse en tan opuestos sentidos, no podia ménos de rectificar sus ideas notando en qué claudicaban sus discursos é inclinaciones. Recordaba á Santiago que la vida humana no debia siempre parecerse á una linterna mágica donde los objetos se suceden y varian hasta lo infinito, y que á veces era preciso oponer á tal volubilidad la constancia de una ocupacion seria; y á Ernesto le hice observar que la inaccion acababa al fin por embotar y sumergir en vergonzoso letargo las nobles facultades de la inteligencia, reduciéndolas paulatinamente á un inerte egoismo, unútil para sí y el prójimo.

Yo, que pensaba de tan distinta manera, al verme pacífico poseedor de tantas cosas como la industria y el asiduo trabajo nos habian proporcionado para honesto pasatiempo, no pude prescindir de exclamar en un rapto de entusiasmo:

  1. El asa fétida es una goma resinosa, reputada como eficaz antiespasmódico, la cual se obtiene por incision del tallo y raíz de la planta denominada kerula asafetida. (Nota del Trad.)